Enhorabuena con todas sus bendiciones al Sevilla por la gran campaña realizada y por su cuarta clasificación para Champions en los últimos años. Y todo puede mejorarse hasta con la posibilidad de volver a Puerta Jerez, aunque sea con mascarilla. Y es que en breve, tiene el Sevilla la posibilidad de, con permiso de la Roma y otros, conseguir el sexto paragüero, léase una Liga Europa más, su competición fetiche, esa tan deseada.

Desde Monchi hacia abajo la extraordinaria temporada sevillista tiene un manojo de nombres propios que aparecen con un brillo rutilante. En primer lugar coloquemos a Julen Lopetegui, el entrenador en el que sólo creía Monchi, que no se puede obviar cómo fue acogido el vasco, mayormente por el dogmatismo imperante. Sólo el punto negro de Miranda junto al Ebro figura en el debe del ex seleccionador nacional, pero el resto es una hoja de servicios brillantísima.

Supo cohesionar un grupo prácticamente nuevo y si en principio se echó de menos la eficacia de Ben Yedder, luego fue imponiéndose el trabajo grupal de un bloque con poco gol y ninguna fisura. Jesús Navas en lo alto del poblado podio, el papel de la pareja de centrales ha sido trascendental junto al oficio de un Fernando que no vino a una jubilación dorada. Junto a éstos, la irrupción de Ocampos, una fuerza de la naturaleza que ha hecho estragos con campo por delante.

Y para que todo funcionase, el papel de regista para uno de los futbolistas que mejor sabe mover los muñecos, Éver Banega. Aun ausente en citas menores, en las grandes deslumbró con la tarde cumbre en el Bocho. Una pena que abandone LaLiga en pos de los petrodólares y habrá que confiar en Monchi a fin de que esa plaza no quede desnuda sin el argentino. Así las cosas, enhorabuena al Sevilla por lo conseguido y deseándole más suerte para lo que tiene por conseguir.