Consternación absoluta, nadie quería mirar, el mundo se paró y en pocas o ninguna ocasión se vio en un campo de fútbol el daño que sufrió el valencianista Diakhaby este último sábado. La rodilla dislocada y destrozos tan innumerables que a un servidor le trajo a la sesera el recuerdo de algo parecido, no igual, pero lo más parecido que he visto en el apartado lesiones. Y fue la de un futbolista excepcional y en un bolo veraniego.

Aunque lo cierto es que el Trofeo Carranza no era considerado cuando entonces como un bolo, ni muchísimo menos. Era el plato fuerte de un agosto plagado de torneos de mayor o menor fuste y en aquel verano de 1981 acudía a la Tacita el Sevilla tras una ausencia de veintitrés años. Pero dejémonos de rodeos y vayamos al recuerdo de la tremenda lesión sufrida por el gran Enrique Montero, que se quedó a muy poco de la que ha tenido el central del Valencia este sábado.

Fue una entrada malintencionada de un defensa de Palmeiras que reaparecía tras una grave lesión. Se llamaba Polozzi y se llevó por delante una rodilla de Enrique de forma que cuando Antonio Leal Graciani lo vio se llevó las manos a la cabeza. Muy gráfico Miguel Muñoz y tajante el doctor Vilarrubias cuando abrió la pierna del sevillista. “Es como si le hubiese pasado un camión por encima. No puede haber más destrozos en una articulación”, decía el galeno catalán.

Pues ha habido más destrozos en la rodilla de Diakhaby, bastantes más y así como en la lesión del portuense hubo mala fe, en la del valencianista no hay nada que achacar a nadie más que al infortunio en la caída de Tchouameni sobre la articulación. Es la lesión más impactante que hemos visto, como fue la de Enrique Montero en aquel tiempo y que tanto daño le hizo a su carrera. ¿Volverá el valencianista a jugar? Ojalá, pero qué barbaridad de lesión, nunca nada fue similar.