Felipe González, en un acto sobre pactos electorales

Felipe González, en un acto sobre pactos electorales

JUANMA Moreno se sorprende de que él se encuentre más cercano a Felipe González que el PSOE; es posible, y no sería la primera vez. A consecuencia de las elecciones generales de 2016, ya hubo una facción mayoritaria del PSOE que prefirió a Mariano Rajoy sobre Pedro Sánchez, tanto que forzó su expulsión como secretario general para días después acordar la abstención en la sesión de investidura del candidato del PP.

Como hoy, los argumentos de 2016 eran los mismos, España se rompía y el comité federal del PSOE impuso a Sánchez dos líneas rojas para su investidura: no podía negociar con quienes defendían el referéndum de independencia de Cataluña ni quienes hablaban con éstos, lo que en la práctica resultaba que este órgano federal acordaba que su candidato no podía ser presidente del Gobierno, ya que carecía de la autorización para hablar con ERC, los ex convergentes y Podemos.

El PSOE hizo algo inédito en la democracia española, algo que aún no se ha repetido: votó a favor (aunque la forma fuera una abstención) del candidato del partido que es, tradicionalmente, su contrincante, el PP. Más allá de las ambiciones personales de algunas, había un argumento de peso, España corría el riesgo de repetir unas terceras elecciones, así que en un alarde de institucionalismo, nunca reconocido, el PSOE le solucionaba al PP lo que el PP era incapaz de hacer: pactar con otros. Se debe recordar que Rajoy ni siquiera admitió presentarse a una investidura hasta que el comité federal del PSOE le hiciese ese trabajo.

Las consecuencias componen toda una lección que el PSOE tiene bien aprendida. Sánchez volvió, se presentó a unas elecciones libres ante la militancia y se las ganó a quien más hizo por la abstención de Rajoy, Susana Díaz.

Felipe González y Alfonso Guerra están hoy en la misma operación, eso sí, sin el apoyo ni del PSOE del Antiguo Testamento, les guste o no la probable amnistía, ni de cualquier otro PSOE, los aplausos y vítores vienen del otro lado, del de Juanma Moreno, Feijóo o Elías Bendodo, todos ellos neofelipistas.

Lo que buscan, incluido González, es crear un clima tan insoportable ante un acuerdo con Junts , incluidas las manifestaciones populares, las declaraciones institucionales y los pronunciamientos de la judicatura, que cuatro diputados socialistas, cuatro “socialistas buenos”, voten a Feijóo junto a Vox y Coalición Canaria.

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