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Franco ha muerto

Se cumplen 40 años de 'La voce del Padrone' (1981), el álbum más importante de la historia del pop

Murió ayer Franco, el auténtico, el genio musical a una nariz pegado. "Una nariz como la mía o la aceptas o te pegas un tiro", le dijo una vez Battiato a la periodista Irene Velasco. La gracieta, aunque estemos de luto, nos sale espontánea. Battiato tenía más nariz que oído para la música. De ahí su profuso y ecléctico legado más allá de los puntos comunes (rock progresivo, vanguardia, pop experimental). En los últimos años vivía silente y apartado en su casa de Milo, en su Sicilia natal, a las faldas del Etna. Su salud andaba ya fatigada. Su último concierto lo ofreció el 17 de septiembre de 2017 en el teatro romano de Catania. Tuve la suerte de asistir poco antes al que también sería el último concierto de Battiato en España, el 24 de julio de ese año, en el Palexco de La Coruña. El inefable Franco, con chaleco de raso color potito de verduras, cantó sentado sobre un mullido almohadón.

Nada que ver con aquella lejanísima actuación del otrora bailón Battiato. Fue en el encuentro Cita en Sevilla, el legendario ciclo de los 80 y primeros 90. Asistí ávido pero sin compañía alguna a su concierto. Tuvo lugar en el solar de El Prado y no en el otro terreno yermo donde se construiría el teatro Maestranza, el emplazamiento principal donde Cita en Sevilla iba a escribir la crónica sentimental de media ciudad. Manuel del Valle regía por entonces aquella urbe en tránsito quebradizo hacia la Expo del 92.

Todo se nos va muriendo. Ayer fue el Día de los Museos. Hace tiempo que el museo fúnebre lo vamos llenando de muertos, empezando por los cadáveres que ya fuimos, que somos y que seguiremos siendo hasta la muesca final. El propio Manuel del Valle figura en este museo de los muertos. Colocamos ahora el féretro de Franco Battiato y ponemos también a su lado el nuevo muerto que reemplaza al anterior que justo hasta hoy había ocupado con fidelidad nuestro propio lugar. Es el muerto de aquel concierto de Cita en Sevilla. Recuerdo que la gente tarareaba sus hits, aunque eran, sin embargo, los que menos nos gustaban. Por entonces desconocíamos que su cantadísimo Centro di gravità permanente tenía influjos del místico armenio Gurdjieff, maestro de la teoría del cuarto camino.

En esta volandera columna no hay espacio para hablar del eclecticismo sin fondo, de la formidable macedonia musical que supone la obra de Franco Battiato. Sólo diremos que se cumplen 40 años de La voce del Padrone (1981), el álbum más importante de la historia del pop en aquella Italia de los años de plomo. Nuestro pésame por él y, una vez más, por nosotros.

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