La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

"Habladlo con Ricardo"

Monteseirín veía por los ojos de Manuel Marchena, Sanz delega el poder de interlocución en el diputado nacional Ricardo Tarno La lección de Inmaculada Casal y María del Monte Una verdad sobre las tractoradas

Ricardo Tarno.

Ricardo Tarno. / M. G. (Madrid)

La Alcaldía de Sevilla es un potro de tortura. Para muchos es el principal cargo institucional de Andalucía, a la misma altura o incluso por encima de la Presidencia de la Junta. Los alcaldes sufren las consecuencias de estar en la primera línea en una ciudad acostumbrada a tratar de tú a tú a los gobernantes, incluyendo a los arzobispos. Los alcaldes se paran en un bar y les preguntan por las plazas vacantes en Lipasam, el naranjo que está pendiente de poda antes de que pase la procesión del barrio o, mucho peor, la recalificación urbanística de grandes parcelas. Los alcaldes de Sevilla necesitan no ya un escolta, sino quien haga las veces de interlocutor oficioso, valido, representante fiable, apoderado, virrey o como cada uno quiera llamarlo. Quien goza ahora mismo del poder de interlocución en nombre del alcalde es el diputado nacional Ricardo Tarno, ex presidente provincial del partido. No es que tenga los poderes de Manuel Marchena, ejecutivo implacable en los doce años de alcalde de Monteseirín, porque ese grado de confianza solo es comparable al de Curro y Canorea, pero sí ostenta ahora mismo un poder soft de hacer ver que el alcalde es receptivo, no muerde, se pueden alcanzar acuerdos y esas cosas que se dicen cuando se trata de suavizar la imagen de alguien que no termina de enderezar el rumbo. Y eso que tiene la mejor escuela, pero algo tiene el potro de tortura de la Alcaldía que ocurre como con la noche a Dinio: confunde. Si usted quiere que se gestione algo en el Ayuntamiento hay que hablar de momento con Ricardo, no Sánchez Saraos, sino Tarno, el hombre que susurra al alcalde de Sevilla. Sanz no lo quiso en el organigrama municipal, pero le deja volar como pájaro influyente en el hábitat de la Plaza Nueva. Pío, pío. Zoido me confesó una vez en un velador de la Campana que le faltó un Marchena que ejecutara y maniobrara en su nombre con absoluta fidelidad. No tuvo a nadie que hiciera esa labor. Perdió la mayoría a la primera ocasión. Nadie se la jugó por él.

El problema es que los alcaldes de derechas se distraen en exceso con las cuchipandas, los oropeles de la vieja aristocracia y el brillo mate de las cofradías. En esos casos hace falta la figura del virrey, del vicealcalde, del hombre fuerte. “Habladlo con Marchena”, decía Monteseirín. Hablen con Ricardo Tarno si quieren alcanzar acuerdos con el actual alcalde. En Urbanismo manda Manuel Valdivieso, el factótum de la Gerencia al que el PSOE tiene miedo. Pero por la Plaza Nueva se mueve mucho Ricardo (Tarno). Trifón es mejor que Lhardy. Nada como la influencia territorial. “Habladlo con Ricardo”. Se montan en el coche oficial el alcalde Sanz, Ricardo Tarno y Juan Bueno. Recuerdo entonces los dibujos animados de la Patrulla Canina. Guau.

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