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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Donde está Haydn no hay daño

La Barroca de Sevilla triunfó en Cuenca interpretando ‘La Creación’ del sereno y luminoso Haydn

El pasado Sábado Santo la Orquesta Barroca de Sevilla, el Coro de la Comunidad de Madrid y los solistas Arantza Ezenarro, José Antonio López y Jorge Navarro Colorado, dirigidos por Andreas Spering, clausuraron la Semana de Música Religiosa de Cuenca interpretando La Creación de Haydn. La prensa conquense se deshizo en elogios de nuestra orquesta, orgullo grande de Sevilla: “La Orquesta Barroca de Sevilla triunfó en la SMR de 2023 y su visita era esperada con devoción. Y no defraudó. Su sutileza, su saber hacer y sobre todo su sensibilidad para con este repertorio clasicista, maravillaron al público”, “Los andaluces son, hoy por hoy, la principal orquesta española especializada en interpretación historicista con instrumentos originales”.

Estrenada en Viena el 19 de abril 1798, La Creación fue el mayor éxito de un compositor que cosechó muchos en su larga y feliz vida. Se cuenta que cuando Beethoven asistió a una representación el 27 de marzo de 1808 en homenaje al anciano maestro en su cumpleaños, se arrodilló ante él y le besó las manos. Broma del destino, este éxito le fue inspirado por un fracaso: el del oratorio de Haendel Israel en Egipto que Haydn oyó en 1791, 52 años después de su desastroso estreno, durante su triunfal residencia en Londres.

Haydn es Kant hecho música. Incluso guarda un mayor equilibrio, que la música, liberada del rigor de la filosofía, hace posible, entre racionalidad y emoción, religión –el músico era hombre muy devoto– e Ilustración, elegancia y hondura que no excluyen el sentido del humor. Ningún músico procura tanta serena felicidad. Dijo el compositor que “una voz secreta” le había susurrado: “Hay en este mundo tan pocas personas felices y contentas, y tantas a las que la pena y el dolor siguen por todas partes, que quizás tu trabajo se convierta en una fuente en la que (…) encuentren por un momento la paz y el descanso”.

Definen su personalidad y su música las palabras que dijo poco antes de morir para tranquilizar a quienes le cuidaban, después que una bomba cayera en el vecindario durante el asedio napoleónico de Viena: “No tengáis miedo, donde está Haydn no puede haber daño”. Cierto. Haydn es un refugio luminoso, tan elegantemente gozoso en las alegrías como sereno en la melancolía, que debería enseñarse en las escuelas como –cito lo que Cesare Pavese dijo de la literatura– una defensa contra las ofensas de la vida.

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