Hemoal y cirugía electoral

21 de noviembre 2009 - 01:00

EL urbanismo y la arquitectura almorrana han llegado a la Encarnación. Son esos bultos que tanto se parecen al anuncio de Hemoal que empezaba con una sufrida señora diciendo: "Hace años que sufro en silencio las hemorroides"; y en el que después se veía el dibujo de un bulto rojo del que salían rayitos de dolor, mientras una voz en off decía lo que en la parte superior iba apareciendo escrito: "Alivia el dolor", "Alivia el picor", "Reduce el escozor". Igualico, igualico -que decía la abuela de La familia Agamenón- que los bultos de las hemorroides son estas cosas que le han salido a Sevilla en el culo en que están convirtiendo la Encarnación. Como al final del anuncio aparecía la misma señora, feliz y relajada, diciendo que "desde que uso Hemoal parece como si las hemorroides encogieran", se me ocurre que tal vez untándolos con tan benéfica crema los bultos de la Encarnación podrían desparecer o, por lo menos, encogerse. Porque mira que duele, pica y escuece lo que están haciendo allí.

Pero también es verdad que las almorranas que les han salido a los pavimentos de la Encarnación son casi lo de menos. Y que para deshacer la tropelía que allí ha cometido este Ayuntamiento haría falta una cirugía más severa que la aplicación de una crema antihemorroidal. Cirugía electoral, que la hoja del papel de los votos corta como un bisturí, es lo único que podrá castigar a quienes han perpetrado este mamarracho tan carca, tan antiguo y tan viejo antes de inaugurarse que parece una parodia, una caricatura, una burla de la arquitectura moderna hecha por el más apolillado y carcundia de los arquitectos conservadores.

Y digo castigar electoralmente -extirpar del sillón, amputar del gobierno de la ciudad- porque la medicina preventiva ya no cabe. Sólo la más agresiva cirugía electoral podrá remediar, no este mal sin remedio, sino que en el futuro el daño se extienda por otras zonas históricas de la ciudad. ¿Pero aún queda alguna que puedan estropear? Una pocas, afortunadamente. No, no se les ocurra decirlo. Estamos en la era Sitel, cualquier conversación puede ser oída y esta gente se lanza sobre lo que de auténtico y hermoso quede en Sevilla como los bomberos de Fahrenheit 451 sobre los libros, para quemarlos.

Chitón. Fumiguemos con Hemoal las almorranas que le han crecido a los suelos de la Encarnación a ver si se alivia el dolor, el picor y el escozor de verlas. Suframos lo ya hecho como el Hombre Elefante sus deformidades, Cuasimodo su joroba o Long John Silver su pata de palo: como una desgracia con la que hay que vivir. Y apliquemos la cirugía electoral cuando toque.

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