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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Del INRI al ERE

EN el día más largo y en la noche más despierta, cuando las sillitas servirán tanto para esperar a la Macarena como para convivir en la cola para entrar en el Metro, nueva reina de las bullas, capital y provincia se unen para llevar a cuestas una cruz en cuya cartela no pone INRI sino ERE. 200.000 ciudadanos han sacado la papeleta de sitio en la hermandad del Inem, y no se dan de baja muy a su pesar. 200.000 silencios. 200.000 calvarios. La fiesta va por barrios. Y hay barrios con pocas ganas de fiesta. Aunque sea gratuita y las calles estén exentas del derecho de admisión.

El via crucis del fracaso empresarial y laboral no es el de Carretería una noche de invierno. En los palcos no se ven caras de penitencia y contrición, ni a diestra ni a siniestra. El espectáculo ha de continuar. El retraso de Sevilla y sus cruces de guía se controla desde la Campana. Ahí no suenan las campanadas a medianoche del reloj europeo que marca la cuenta atrás. El fin de los fondos de cohesión. Bruselas no se equivoca. Aquí lo que sobra es cohesión. Tanta que tiene dos caras. La del miedo al paro que tienen los empleados. La que paraliza a quienes no desean ser identificados con el estigma del desempleo.

El ERE tiene sus clásicos y sus anónimos. Ni la Semana Santa es tregua para empresas como Astilleros, que arrostra más de tres caídas. A los 248 trabajadores les ha caído un expediente de regulación de empleo para un año entero. Una empresa menos publicitada pero más relevante por facturación, Siderurgia Sevillana, ha presentado un ERE para 113 de sus empleados. Y la plantilla de Pickman sobrevive, bajo el consabido ERE, sin producción en la fábrica de cerámica y con personajes como González de Caldas merodeando para sacar tajada.

El gota a gota de los pequeños grandes despidos es un programa de mano inabarcable. Ahí están escritos los nombres propios de quienes son víctimas de cualesquiera de las desigualdades que bendice el dios de hoy: la mano invisible del mercado.

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