Convencido, indudablemente convencido estoy de que el más desmañado entrenador profesional entiende mejor el fútbol que el más brillante de los de mi gremio. Por pura lógica, una persona que se gana las habichuelas yendo por delante del partido está más capacitado que el periodista, ese jugador de ventaja que opina a toro pasado. Dicho lo cual, he de decir que me arriesgo a sentenciar que el señor Rubi camina de error en error.

Cualquier persona que siga con atención el discurrir del Betis por esta Liga se ha podido dar cuenta de que la nave es como un barquito de papel que nunca está a socaire, venga de donde venga el viento. Entonces, la pregunta es la de cómo no se da cuenta el encartado de que así es posible que no enderece el rumbo. Dícese que el hombre pocas veces escarmienta en cabeza ajena y debería recordar Rubi que ya su antecesor en el cargo se vio obligado a guardarse las espaldas.

Sin necesidad de que lo aconsejase alguien, Enrique Setién tomó la sublime decisión de cambiar el dibujo sin apostatar de su filosofía de juego. Y como la plantilla actual es de corte parecido a la que tenía el cántabro, pues cómo el actual inquilino del banquillo bético no se da cuenta de que esa lección ya se dio. Sé que es predicar en el desierto, pero un servidor lleva clamando varias semanas ha por la vuelta a una defensa de tres centrales y carrileros por ambos flancos, conque...

La tele permite un conocimiento exhaustivo de todos los equipos y los números confirman cuanto digo sobre lo fácil que le es a cualquier tropa plantarse en el área bética en condiciones de hacer daño. No caer en esto ya sería dejar en entredicho las entendederas del que suplió al denostado Setién. Cualquier lego en la materia, un periodista mismo, se ha dado cuenta de que como va no hay un buen futuro para el Betis, conque no deje para mañana lo que pueda hacer hoy, Rubi.