Calle Rioja

Francisco Correal

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Dos Jacintos y una misma ilusión

Centenario. José María Izquierdo (Jacinto Ilusión) fue el primer Gaspar de la Cabalgata del Ateneo. Jacinto Benavente lo fue en 1924, dos años después de ganar el Nobel de Literatura

Jacinto Benavente, rey Gaspar en la Cabalgata de 1924.

Jacinto Benavente, rey Gaspar en la Cabalgata de 1924. / M. G.

Dos años antes, en 1922, le concedieron el Nobel de Literatura, y la noche del 5 de enero de 1924, hace justamente cien años, el dramaturgo Jacinto Benavente (1866-1954) era el rey Gaspar en la Cabalgata del Ateneo de Sevilla. Un privilegio del que no pueden presumir Juan Ramón Jiménez (que lo recibió en 1956), Vicente Aleixandre (1977) o Camilo José Cela (1989). Tampoco José Echegaray, ya que cuando el que fuera ministro de Fomento y Hacienda recibe el Nobel en 1904 ya existe el Ateneo de Sevilla pero todavía no se ha creado la Cabalgata de los Reyes de Oriente.

Federico Alonso Aliste, rey Gaspar en la Cabalgata de 2024. Federico Alonso Aliste, rey Gaspar en la Cabalgata de 2024.

Federico Alonso Aliste, rey Gaspar en la Cabalgata de 2024. / José Angel García (Sevilla)

Este cortejo se pone en marcha en 1918, en los últimos compases de la Primera Guerra Mundial, y el Gaspar de su puesta de largo no podía ser más literario. Lo encarnó José María Izquierdo, el gran muñidor de la Cabalgata, el único nombre propio que aparece en los títulos de ‘Ocnos’, la Sevilla evocada por Cernuda desde su exilio en Glasgow. Acompañaron a Izquierdo el ateneísta Jesús Bravo Ferrer (Melchor) y como Baltasar Antonio, portero dominicano del cine Llorens.

Jacinto Benavente tiene once años cuando en 1887 la Sociedad de Excursiones se convierte en Ateneo de Sevilla. Su relación con la infancia le viene por diferentes conductos: su padre, Mariano Benavente, era pediatra, la misma especialidad que su hermano Avelino. El futuro Nobel llegó a ser empresario de circo y dicen que llegó a enamorarse de una trapecista inglesa. La concesión del Nobel en 1922 le compensó por la muerte de su madre, Venancia Martínez, ese mismo año. La noticia del premio se la dieron cuando viajaba en barco a Argentina al frente de una nueva compañía artística. Regresó a España en 1923 desde La Habana y en 1924, el mismo año que será Gaspar en la Cabalgata de Sevilla, es nombrado hijo predilecto de Madrid, su ciudad natal. También es hijo adoptivo de Nueva York (1923) y de Galapagar (2016).

Fue la primera Cabalgata de la dictadura de Primo de Rivera proclamada cuatro meses antes. El Papa Pío XI llevaba dos años en el Vaticano. En 1920 nacía Karl Woyjtila, futuro pontífice, y el año que Benavente sale de Gaspar en la Cabalgata de Sevilla le dieron el Nobel de Literatura al polaco Stanislaw Wladyslaw Rejment. Un año antes y un año después, 1923 y 1925, el galardón viajó a Dublín, para los escritores Yeats y Bernar Shaw. Por nacimiento, una década mayor que los Machado, Benavente sería de la generación del 98; es rey Gaspar en la Sevilla que tres años después asistirá al nacimiento de la generación del 27, otra iniciativa del Ateneo, y cinco años más tarde a la Exposición Iberoamericana de 1929. Preludios de la República, espejismos de la guerra civil que estallará doce años después.

Lo de ser rey mago en Sevilla no fue lo único que Benavente hizo fuera de los límites de la literatura. Además de empresario circense, en 1918, el año que se inicia la Cabalgata, ocupó escaño en el Congreso de los Diputados por el Partido Conservador. En 1933 funda la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, país que había visitado con el dinero de una herencia. Dos semanas después de hacer las delicias de los niños sevillanos de los tiempos del charleston, muere Lenin, el ideólogo de la revolución rusa.

Hay otros escritores que encarnaron al rey Gaspar en la Cabalgata de Sevilla. En 1937 lo fue Joaquín Romero Murube, conservador del Alcázar hasta su muerte en 1969 y pregonero de la Semana Santa, que en Sevilla es como ganar el Nobel de Literatura. En 1948 lo fue José María Pemán, que incluye a Benavente en la galería de personaje de su libro ‘Mis almuerzos con gente importante’. En este libro cuenta el telegrama que Bernard Shaw envió en plena guerra civil a las autoridades republicanas interesándose por el paradero de Benavente. Le cogió la guerra en zona republicana y llegó a interpretar a Crispín en alguna representación de ‘Los intereses creados’. Pemán cuenta que tuvo que mediar ante Antonio Tovar, Laín Entralgo y Dionisio Ridruejo, que pasarían de adictos al Régimen a la incipiente oposición antifranquista, para que vencieran las trabas que la censura le ponía a la obra ‘Aves y pájaros’, una adaptación de Benavente a partir del texto de Aristófanes.

El rey Gaspar por las calles de Sevilla visitó los lugares de procedencia de los magos de Oriente: viajó a Egipto y a Tierra Santa. Muy prolífico en su producción, el año que fue rey mago salieron a la luz sus obras ‘Lecciones de buen amor’, ‘Un par de botas’, ‘Alfilerazos’, ‘La otra honra’ y ‘La virtud sospechosa’. La década de los veinte llevó el Nobel de Literatura a escritores tan influyentes como Henri Bergson o Thomas Mann. Los dos siguientes ‘Gordos’ españoles de esta lotería literaria después del de Benavente caerían en Andalucía: Moguer (Juan Ramón) y Sevilla (Aleixandre).

El rey Gaspar de la Cabalgata del Ateneo de Sevilla ha unido a toreros (Jaime Ostos y Antonio Ordóñez), a dirigentes del empresariado andaluz (Manuel Otero Luna, Rafael Álvarez Colunga), a abogados (José Joaquín Gallardo, Francisco Baena Bocanegra, Joaquín Moeckel), periodistas (Manuel Olmedo, Jun Ignacio Luca de Tena, Celestino Fernández Ortiz), al esposo y un hijo de la duquesa de Alba (Jesús Aguirre y Cayetano Martínez de Irujo). Lo encarnó en 1977 un ministro, Manuel Clavero Arévalo. Si los hermanos Cadaval, Jorge y César, ayudaron al rey Baltasar, los hermanos León Herrero, Santiago y Francisco, presidente de la Cámara de Comercio, hicieron lo propio con Gaspar, el rey más literario gracias a Izquierdo y Benavente. El monarca que le llevaba al niño el incienso, el presente más vinculado con la Semana Santa de Sevilla que este año empieza antes que nunca, también se encarnó en dos alcaldes de Sevilla. En 1954, el año que muere Benavente, lo será Jerónimo Domínguez Pérez de Vargas, marqués de Contadero, que además fue presidente del Sevilla (el que ficha a Juan Arza) y del Betis; y en 1981, siendo presidente de la Diputación y dos años antes de llegar a la alcaldía, Manuel del Valle Arévalo.

Un siglo después de que completara su impresionante currículum el autor de ‘Los intereses creados’ y ‘La malquerida’, anoche encarnó al rey Gaspar el doctor Federico Alonso Aliste, oftalmólogo, hijo de Villanueva del Río y Minas, director de la clínica Tecnolaser Vision. No hace falta ver para creer, pero tampoco está de más.

A Jacinto Benavente le acompañaron en el triunvirato de la ilusión y la Epifanía Adolfo Lama Collado y el pintor Santiago Martínez. Una historia que empezó Jacinto Ilusión, sobrenombre de José María Izquierdo, sevillano de la calle Castellar que cada noche de Reyes vuelve a divagar en la ciudad de la Gracia. El primer Gaspar, el incienso de la noche sin fin.

Benavente fue Gaspar en 1924. En 1925 ganó el Nobel Bernard Shaw, cuyo ‘Pigmalión’ dio pie a la película de George Cukor ‘Mi Fair lady’. La lluvia es en Sevilla una pura maravilla… salvo en la tarde de Reyes.

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