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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Jamón y conejos

Qué maravilla los pueblos de puertas abiertas, con el ofrecimiento de lo mejor

Una obra solidaria, que ningún niño se quede sin juguetes, convoca en San Fernando a los cortadores de jamón de aquí y de allá. Cada año hay más cortadores de jamón y más gentes comprando su platito. El domingo fue un espectáculo. Digo que ayudó el sol pero sobre todo las ganas de la gente para salir, reunirse, hablar y degustar los 5 Jotas. No sé cuánto fue la recaudación pero el éxito de la ciudad que lo organizó, en un bulevar pendiente de una gran reforma, fue considerable. ¿Llegaron en el Trambahía al espectáculo de decenas de cortadores de jamón que no daban abasto? Las paradas eran cercanas. El centro de San Fernando, y el de Chiclana, está cerca de lo que se organice a efectos tranviarios. Al bulevar tenderete -¿300 metros lineales de cortadores de jamón en dos hileras?- fue llegando la muchedumbre vestida de domingo y con cara de vivir una experiencia festiva. Lo de Paterna de Rivera fue diferente. Un Ayuntamiento pequeño, de recursos escasos, se metió la mano en el bolsillo para hacer una gran fiesta en ese pueblo central de la Janda, junto a la maravillosa Medina Sidonia que tanto quiero. Era la IV Fiesta del Conejo y Caza Menor. En la caseta municipal, que se llenó de gente jandeña y gaditanos de los cuatro puntos cardinales de la provincia. La restauración de Paterna es de lujo para las diversas recetas del conejo salvaje y la caza menor, una delicatessen la perdiz estofada, dicho queda. Y además ofreció un recital de Rancapino Chico, con la guitarra de Paco León, de mucho arte. Vamos, una tarde redonda y otra multitud en un espacio bien delimitado, una caseta municipal grande y ese sabor de pueblo honrado, de pueblo ancho, de pueblo de buenos amigos. El conejo y la caza menor, impresionantes. Estofado, en salsa, qué se yo. Paterna está en la ruta de las perdices y el recuerdo del Niño de la Cava, Rufino, Perro de Paterna… Arte y compás, y gastronomía. La gente llana, generosa. Ya digo, es el cuarto año, el que viene se quedará todo chico porque es un día espléndido en un pueblo pequeño de brazos abiertos, un pueblo que sonríe e invita a volver. Qué maravilla los pueblos de puertas abiertas, con el ofrecimiento de lo mejor. Qué maravilla comprobar que otro mundo es posible y que las fronteras son las líneas invisibles que atravesamos para allegarnos a lo fraterno. Que no es el platico de jamón o la generosa tapa de conejo de campo, es anunciar el encuentro, el intercambio, la maravilla de hablar la misma lengua y mover el mismo corazón.

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