A falta de confirmación oficial, José Luis Cienfuegos será el próximo director del Sevilla Festival de Cine Europeo en la que sin duda ha sido la gran jugada maestra de la Delegación de Cultura en lo que llevamos de mandato municipal.

Nadie como Cienfuegos, despedido de mala manera del Festival de Gijón que él puso en el mapa internacional, para salvar un certamen que, a seis meses vista de su celebración, estaba descabezado y sin actividad conocida. Nadie como Cienfuegos para preparar una programación de calidad a contrarreloj, habida cuenta de su buen criterio, su agenda de contactos, su profesionalidad demostrada a lo largo de los años y una impagable red de afectos personales suscitada por su accidentada marcha del certamen gijonés.

Cienfuegos garantiza una programación seria, heterogénea y de calidad, unos criterios de selección sin excesivos peajes ni mamelas, un rigor basado en la más abierta y sensata de las cinefilias, siempre atenta a las nuevas tendencias y a un público eminentemente joven que garantice la supervivencia de una cultura en vías de extinción.

La sorpresa ha sido más grata aún después de que las últimas declaraciones institucionales, que hablaban de "acercar el festival a la ciudad" con una programación "menos elitista", no invitaran precisamente al optimismo.

Más allá de Cienfuegos, toca ahora abordar lo más importante: dotar al festival de esa estructura autónoma de gestión que lo libere de pesadas maquinarias administrativas; crear un equipo estable que vele por su continuidad y su actividad, tan necesaria en esta ciudad, a lo largo de todo el año; contar de una vez por todas con la vanguardia cinéfila, a veces demasiado tímida o escondida (y pienso en el entorno de la revista Lumière, que lleva ya varios años asesorando y programando en algunos de los mejores centros del país), para conformar un equipo conjunto que no convierta este festival en una mera sucursal de damnificados de Gijón.

Si hay alguien en este momento en España con sobradas capacidades para todo ello, ése es Cienfuegos, un profesional de prestigio que sabe además lo que es trabajar con presupuestos ajustados y tiempos de crisis. La cinefilia local está expectante ante su llegada y el público, ganado de antemano, podrá comprobar al fin cómo hay maneras y maneras de programar y organizar un festival. Hasta ahora, todos los intentos, más o menos loables, más o menos fallidos, han sido drásticamente cercenados o torpedeados desde dentro. Confiemos en que ésta sea la buena.