TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

la ciudad y los días

Carlos Colón

Lebrón, Juan Lebrón

EN la era de la imagen, no tenerla supone no existir y no controlarla equivale a estar colonizado. Si desde siempre las construcciones imaginarias -literarias, pictóricas, musicales- han tenido un extraordinario poder para alterar positiva o negativamente la percepción de la realidad, en la era de la posesión doméstica y portátil de la imagen, y de su difusión instantánea y mundial, la afectada es la propia realidad. Andalucía y Sevilla han tenido, tradicionalmente, una imagen tan colonizada por las miradas externas que ellas mismas acabaron por creerse que esas invenciones eran su realidad; y se reinventaron para parecerse a ellas. Conocido es el cruel y certero diagnóstico de Ortega y Gasset en su Teoría de Andalucía:

"El andaluz se complace en darse como espectáculo a los extraños, hasta el punto de que en una ciudad tan importante como Sevilla, tiene el viajero la sospecha de que los vecinos han aceptado el papel de comparsas y colaboran en la representación de un magnífico ballet anunciado en los carteles con el título Sevilla".

El libreto, la música y la coreografía de este ballet son obra de extranjeros y andaluces, aunque las de mayor fama han sido extranjeras: somos más conocidos por Beaumarchais o Merimée que por los Quintero o Chaves Nogales, más por Mozart o Bizet que por Turina o Falla. Y si de la literatura o la música -en las que por lo menos hemos dado nombres de alcance mundial- pasamos al cine, la colonización de nuestro imaginario es absoluta. Andalucía y Sevilla casi nunca se han dicho a ellas mismas en cine; han sido dichas por otros. Y si se puede escribir casi nunca en vez de nunca es fundamentalmente gracias a Juan Lebrón.

Lo pienso cuando recuerdo el lujo que fue trabajar junto a Antón García Abril, José Luis Alcaine, Pepe Salcedo, Gutiérrez Aragón y él en Semana Santa; cuando me dejo emocionar, cosa que hago con frecuencia, por Sevillanas; cuando veo Sevilla clásica en Giralda Televisión.

Y lo pensaba anteanoche cuando veía Dr. No en Canal Sur. Ya lo sé: está editada en DVD y puedo verla cuando se me antoje. Pero el cine popular está hecho para verse con público; y por eso siempre procuro verlo junto a ese público disperso que congrega su emisión televisiva, disfrutando al imaginar cuántos, como yo, recuerdan en ese momento tardes de cines de reestreno y noches de cines de verano. En una pausa publicitaria emitieron el Andalucía es de cine de Lebrón. Y volví a agradecerle a este andaluz de Antequera que después de recorrer el mundo se estableciera en Sevilla para darle a su tierra el tratamiento audiovisual que jamás había tenido.

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