Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Lecciones de primero de terrorismo

Hamas sigue la dinámica de la acción, reacción, a cada salvajada, una respuesta más violenta de Israel Álvaro Prieto y la fatalidad

Un grupo de niños palestinos abandonan la ciudad de Gaza.

Un grupo de niños palestinos abandonan la ciudad de Gaza. / MOHAMMED SABER / efe

A nuestro pesar algo aprendimos de terrorismo: ETA mató a 850 personas, el Grapo a 93, el GAL a 27 y los yihadistas del 11-M a 193, fueron más de 40 años en los que era habitual despertase cada mañana con un nuevo tiro en la nuca, un secuestro o la explosión de un coche bomba, cuatro décadas en las que distintas bandas intentaban que las Fuerzas Armadas y la Policía acabasen con el proceso democrático y reaccionasen con ira, para que la violencia del Estado justificase sus criminales acciones y lo hundiese en el desprestigio. Es el principio de acción y reacción, golpear duro y resistir la venganza, porque ésta desacredita a esos gobiernos que sólo tienen de democráticos la coletilla.

Israel. La dinámica de los terroristas de Hamas sigue ese mismo patrón de la acción y la reacción, pero con números elevados a potencias inasumibles. El grado de crueldad de la incursión de Hamas en Israel tenía dos objetivos: humillar a un país cuya razón de ser es la defensa de sus fronteras y provocar una respuesta violenta y bíblica que pusiese a la opinión pública mundial del lado de Palestina y a cientos de millones de musulmanes bajo la bandera que propugna la destrucción del Estado hebreo. Desde el 7 de octubre todo esto ya estaba escrito, Hamas atacaba y entregaba la sangre de sus hijos como mártires para demostrar al mundo musulmán que la crueldad de Israel es incompatible con las relaciones diplomáticas que ya habían establecido Marruecos, Emiratos y Barhéim, y que estaba a punto de rubricar Arabia Saudí.

Hamas es algo más que una banda terrorista, tiene el poder sobre un pequeño territorio, la Franja de Gaza, que constituye su propia base de operaciones; hay cerca de 500 kilómetros de túneles bajo los edificios para dar cabida a sus almacenes, cuarteles y estaciones de lanzamiento. Cada ataque de Israel contra sus bases se podrá ver como un crimen contra inocentes. Israel teme meterse a pie en ese hormiguero, sabe que se tendrá que enfrentar a miles de bajas y a un incierto resultado, por eso sigue machacando con la aviación. Acción, reacción.

Esta es la terrible espiral que debe detenerse en Oriente Medio, el único partido honesto al que te puedes sumar en la región es el de la paz, no hay otro, intentarlo de nuevo como ocurrió en Camp David, en Oslo y en Madrid, el derecho de los palestinos e israelíes a vivir en Estados propios y seguros tendría que ser un objetivo intergeneracional como la guerra también lo es para quienes la conciben como una estrategia que va más allá de su propia vida y la de sus semejantes, carne de cañón para el martirio.

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