Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Lunes negro socialista, en el paro y en campaña

La guerra de Miguel Delibes

Pedro Sánchez, el pasado viernes.

Pedro Sánchez, el pasado viernes. / Hidalgo/EFE

ESTE será un lunes negro para muchos socialistas. Aunque el disgusto de las elecciones municipales viene de hace tres semanas, no será hasta mañana cuando el cielo se desplome sobre las cabezas de muchos militantes, porque se despertarán en el paro y, sin embargo, con mucha faena a causa de la campaña electoral. Ya no se pegan carteles, pero hay que ir a los mítines y a otros actos electorales de menores dimensiones, hay que hacer paisanaje, llenar espacios, buzonear, intentar convencer a la familia, a los vecinos y aparentar animosidad, una trabajera.

Sólo del Ayuntamiento de Sevilla van a salir 160 personas, entre cargos públicos, asesores y personal de confianza. Y a ello hay que sumar otras capitales de cambio, más las diputaciones de Cádiz y Huelva, donde siempre han gobernado los socialistas. Cuando Susana Díaz perdió el Gobierno de la Junta, algunos de estos eventuales pudieron colocarse en los gobiernos municipales y en los equipos de las diputaciones, ahora ya no hay más colchones, será un lunes de mucha reflexión.

Pedro Sánchez lleva a su partido a una batalla campal en el peor momento anímico, sin resuello, con dirigentes desnortados que aún se preguntan qué les ocurrió el 28 de mayo para perder esa alcaldía que era tan segura. Más que un manual de resistencia necesitarán uno de resiliencia. ¡Y con esta calor! Sánchez ha tenido que cambiar el lugar donde hoy dará el mitin de Dos Hermanas y, en vez de ir al Lago de la Vida donde la intemperie sería paradójicamente mortal, hablará en la caseta municipal. Una alegría. Todos intentan entender a su secretario general, pero el adelanto electoral se mostrará mañana lunes como una insensatez sin paliativos.

Algunos de estos alcaldes destronados sostienen que la campaña se les escapó cuando Moncloa y Ferraz se empeñaron en nacionalizarla, cuando Sánchez quiso alcanzar más protagonismo que ellos, cuando su secretario general hizo lo contrario que lo solicitado. En esta condiciones, donde cada uno de ellos ya ha marcado quién es el responsable de la derrota, el partido les va a pedir un último esfuerzo, y habrá quien responda que vaya Irene Montero.

Son en estos momentos aciagos cuando surgen los líderes, cuando los dirigentes demuestran si guardan talla, por lo que cabría esperar que fuese el propio Pedro Sánchez quien sacase a sus dirigentes y militantes de estos días de pena negra, como hizo Felipe González en 1996, a sabiendas de que todo estaba perdido. No ocurrirá, a Pedro Sánchez no le quedan más conejos en la chistera y ni una gota de carisma, sólo el mentiroso de José Félix Tezanos.

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