El ayuntamiento de Bruselas ha vestido al hombrecito que orina con el traje de la vergüenza que le ha dado la presencia de la vicepresidenta del gobierno español en la capital belga reuniéndose con el lamentable Puigdemont. La comparación era muy sencilla, lo reconozco. El Manneken Pis es uno de los atractivos de Bruselas, situado en una esquina cercana a la Grand Place, está allí desde hace siglos y, con ocasión de circunstancias o festividades, se viste con una ropita distinta. Vestirlo de bochorno, de vergüenza era lo obligatorio. Pero esto es una cosa de división de opiniones, al parecer. Yolanda Díaz ha cogido un avión encantada de conocerse. Al diálogo político se le dan toda clase de parabienes. Y ningún asterisco. Salvo que sea con Vox. Desde el paradigma de lo progresista. El prófugo y presunto delincuente negocia al más alto nivel, nada menos que con la vicepresidenta del Gobierno español en funciones. ¿O dialoga? ¿Hay diferencia entre diálogo y negociación? Verás, es que por la parte del canalla todo está diáfano: quiere volver el loor de santidad a Barcelona, quiere un referéndum de independencia para Cataluña, quiere una amnistía, el borrado de los crímenes para todos y, de camino, para otra delincuente, Laura Borrás, inhabilitada por un tribunal por malversación y corrupción. Manga ancha, se dice en el viejo español. Yolanda Díaz, pues, ha ido como suele ir a todas partes, encantada de conocerse. Además de para la formidable plataforma de propaganda, imagino que habrá ido para ablandar al pulpo, que la amnistía no sea tal, porque no es constitucional, según dicen; que el referéndum de autodeterminación tampoco es posible por las mismas razones. ¿La quita y liquidación de la deuda de Cataluña, de 70 mil millones de euros? De eso podríamos hablar. Pero el tiempo vuela y luego de que Feijoo fracase en su intento de lograr la investidura, inmediatamente, será postulado Pedro Sánchez y ya no se puede perder el tiempo ni un minuto. Sobre el futuro de España hay dos órdagos, porque el lanzado por Urkullu es otro órdago. Yolanda y Sánchez van a lo grande, convencer a Puigdemont y retrasar lo del lehendakari, o desactivarlo. Y gobernar, mandar en España. El secreto es lo que ofrecerán, lo que están dispuestos a dar. Porque la desigualdad no están dispuestos a aceptarla los otros españoles, ni los progresistas ni los no progresistas, sean de donde sean.

Ayer España toda miraba a Bruselas sin creérselo del todo. ¿Yolanda con Puigdemont? Parecía increíble. ¿Pero llevaba mandato y representación de Pedro Sánchez o representaba a los no sé cuántos partiditos que ella preside en el invento llamado Sumar? ¿Se representaba a sí misma?

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