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Mohamed está en modo avión

Sánchez se ha convertido en el escudero de un rey ocioso. Estamos a merced de los caprichos de un mal vecino

Viaje áspero de más de medio Gobierno español a Marruecos. El anfitrión no apareció. Mohamed VI está en modo avión: desconectado de sus responsabilidades y de vacaciones a ocho horas de vuelo. Un mal vecino siempre es un dolor. Y cuando un país limítrofe te hace la vida imposible, la vecindad raramente es fuente de amistad. Lo sabe Pedro Sánchez. Su cumbre ministerial de esta semana en Marruecos fue calificada de antemano como histórica, por sus 24 acuerdos y 24 ministros de ambas partes.

Pero se ha deslucido por la ausencia de Mohamed VI, que es quien manda. Este rey no sólo reina, también gobierna. De su figura depende el grueso del poder ejecutivo, aunque él se desentienda de los asuntos de estado. Lo mismo pasa cuatro meses seguidos de parranda en París, que se instala en el paradisíaco Parque Nacional de Pongara en la desembocadura del río Gabón, en compañía de los hermanos Azaitar. Estos campeones de artes marciales forman un entorno hermético, como detalla el mejor especialista español, Ignacio Cembrero.

Pero el Majzén de Palacio, el verdadero gobierno en la sombra, sí ejerce el poder en su nombre, controlando los asuntos diplomáticos, mercantiles, policiales, militares o el espionaje. Ese es el punto débil de España. Mohamed, además de un rey feudal que cohabita con un sistema seudo parlamentario, es el guardián de una frontera peligrosa por la presión migratoria, el narcotráfico y el terrorismo que amenazan a Andalucía. Además, el rey alauita es el comendador de los creyentes, jefe religioso de los musulmanes marroquíes y, por ende, de los españoles musulmanes de Ceuta y Melilla.

Sánchez habla de no ofender a la otra parte en "las respectivas esferas de soberanía". Pero el comunicado final sólo menciona al Sahara y no a las ciudades autónomas, cuyas aduanas siguen cerradas. Para que no le incordie el vecino hostil, que reclama parte del territorio nacional, el presidente en un gesto de debilidad decidió aceptar su dominio sobre el Sahara, por carta en marzo de 2022. Lo hizo sin debate público, ni discusión en el Congreso, sin hablarlo en el Consejo de Ministros, ni consultar al Partido Socialista.

Hace poco en el Parlamento Europeo el PSOE votó contra una condena a Marruecos por violar derechos humanos. Sánchez se ha convertido en escudero de un rey ocioso, que prefirió quedarse a 4.000 kilómetros de la primera cumbre hispano marroquí en ocho años. Estamos a merced del próximo capricho de la soberbia de un mal vecino.

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