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Moncloa 45

Ahora les toca a los del 77 en adelante mostrar cómo se mejora la historia sin parar el tren

El 25 de octubre de 1977 se firmaron los Pactos de la Moncloa, mañana se cumplen cuarenta y cinco años. Unos acuerdos que marcaron un nuevo camino para España tras la muerte de Franco y que abrieron un proceso constituyente. Parte de la legislación social, laboral y civil chocaba directamente con las aspiraciones de la mayoría de los españoles y la economía estaba en un momento de extrema gravedad con la inflación disparada al 23,69%. Una situación muy difícil de soportar y que las fuerzas políticas más representativas de aquel proceso reconocieron que era el momento de conseguir unos acuerdos que marcaran la transición de una dictadura a una democracia parlamentaria. Los pactos, en plural, fueron dos grandes apartados: un acuerdo sobre Saneamiento y Reforma de la Economía y un acuerdo sobre Actuación Jurídica y Política.

Fue un momento decisivo, que algunos estudiaron y al que otros han querido quitar trascendencia. Para los que, aún muy jóvenes, teníamos compromisos de familia y profesionales nos pareció un acto de responsabilidad generalizada de los partidos políticos que habían tomado el protagonismo. Los firmantes fueron el Gobierno, la Unión de Centro Democrático, el PSOE, el Partido Comunista de España, el Partido Socialista Popular de Tierno Galván, la Federación Catalana del PSOE, Convergencia Socialista de Cataluña, el Partido Nacionalista Vasco y Convergència i Unió. Alianza Popular firmó el pacto económico, pero no el social y político. El Congreso y el Senado ratificaron los acuerdos y se pusieron en marcha de manera efectiva e inmediata.

Todos los nacidos después de 1977 no han conocido más que un país en el que desde ese día se eliminó la censura, nos podíamos reunir cuando y con quién quisiéramos y opinar públicamente y garantías jurídicas a los detenidos, por ejemplo. Se devaluó la moneda para contener la inflación y se modificaron los impuestos para mejorar los ingresos del Estado. Se eliminó el delito de adulterio para las mujeres y que pudieran abrir cuentas corrientes y firmar compraventas sin tutelas de padres o esposos y tantas otras cosas que se fueron desgranando de aquellos pactos y sus aplicaciones, como por ejemplo la construcción de innumerables aulas que permitieron atender a toda la población en el derecho de educación. Visto desde hoy y por los jóvenes que quieren cambiar el mundo, con todo el derecho a hacerlo, es posible que parezcan cambios ya muy lejanos y como dicen, eran otros tiempos.

En una ocasión una joven actriz de origen marroquí me reprochó que aquello no fue una transición sino una transacción. Le dije que sí, que así lo sentía, como un compromiso entre partes que pensaban diferente que cedieron para que personas como ella pudieran decir con toda libertad, ahora y aquí, donde estudiaba arte dramático, que la historia política de la España actual comienza con una transacción. Ahora les toca a ellos, los del 77 en adelante, afrontar la situación y mostrar cómo se mejora la historia sin parar el tren.

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