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jorge Benavides Solís

Museos, estadísticas y política cultural

El Museo de la Historia de Sevilla, tal y como tienen otras ciudades europeas, continúa postergado desde hace más de cuarenta años, pese a que sería el más visitado por los ciudadanos y los turistas.

CON el sentido práctico que caracteriza a los profesionales anglosajones, cuando se trata de intervenir en un problema social o cultural, convierten la realidad en estadística y a partir de su análisis comienzan a construir la solución según una situación concreta. En Estados Unidos, toda política de gobierno parte de las estadísticas, de las encuestas, de las consultas de opinión; además, son un componente del marketingelectoral. Uno de los indicadores del nivel de desarrollo es precisamente el sistema nacional de estadísticas. En España convendría robustecerlo y en Andalucía mucho más. El emprendimiento en todas las actividades económicas, particularmente las relacionadas con el sector de los servicios, y, dentro de éste, el turismo, requieren de rigurosas estadísticas, no de buenas intenciones y promesas. Una política cultural también es impostergable.

Tomando en cuenta las particularidades del país y de Andalucía, conviene justificar la oportuna demanda del Museo de La Historia de Sevilla, iniciativa postergada desde hace más de cuarenta años. Un grupo de sevillanos nacidos y residentes han manifestado su interés para recuperarla y, con el esfuerzo de todos, hacer lo posible para verla convertida en realidad. Monumentos para albergarlo hay suficientes. Bienes culturales para exponer sobran. Brillantes ideas que confluyan en este propósito aparecerán. Políticos que se comprometerán pronto se darán a conocer. Para no fracasar, resulta adecuado aproximarse a la realidad de los museos existentes con el fin de aprovechar las oportunidades, las fortalezas y, con la ayuda de los poderes públicos, superar las debilidades y amenazas.

Se ha publicado que la Plaza de España de Sevilla es el monumento más visitado por los turistas, sin embargo, no es posible contrastar la noticia en una estadística oficial detallada. Tampoco se sabe la procedencia ni la edad, ni demás características de los 166.243 visitantes al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo en 2013, ¿están incluidos los niños y los asistentes a los conciertos de rock? Más difícil aún es conocer el número mensual y la procedencia de los visitantes del Museo Militar de Sevilla, en el cual, dicho sea de paso, es posible disfrutar de una didáctica maqueta de la ciudad cuando lucía a lo largo de sus 6 kilómetros de muralla, las 14 puertas, los 4 postigos y sus 166 torres; hacia el campo, el largo caño de Carmona y, en el lado opuesto, el puente de madera para llegar al Castillo de San Jorge, hoy, mercado de Triana.

España cuenta con más de 1.550 museos y colecciones museográficas en las que trabajan 14.784 profesionales de acuerdo con una encuesta hecha por el Ministerio de Educación en 2010; no según la estadística. Hay muchos más. El 63% de ellos son públicos, un 30,4% privados y apenas el 2,1% son de titularidad mixta.

La Consejería de Cultura de Andalucía tiene registrado un total de 163 museos públicos de todo tipo, tamaño y contenido, 14 de ellos cerrados. Pero hay muchos más y, sin embargo, no constan. En Sevilla capital están registrados 6, pero en Wikipedia constan 18, incluido el último, el Museo Mudéjar, más bien una reducida muestra de ese arte. El Museo Naval Torre del Oro, con apenas 212 metros cuadrados de exposición, inaugurado en 1944, es el más pequeño. Datos tan dispares desconciertan a los inversores y a los turistas pero, por lo visto, no causa extrañeza entre quienes son los responsables de adoptar una política cultural general sobre nuestro patrimonio cultural, en particular de los museos y más específicamente de aquellos de Sevilla. El próximo alcalde debe tomar nota.

La ausencia de una política cultural se constata en la maraña de competencias administrativas, en la inexistente coordinación de actividades, en la pasiva presencia de los museos dentro de la oferta al turismo, en la carencia de iniciativas incluso en la década de la burbuja inmobiliaria, el sorprendente y caprichoso aparecimiento de museos de arte contemporáneo, como si existiera una enorme demanda interna. En Sevilla, el abandono por parte del gobierno central del proyecto de restauración del Museo Arqueológico y de la ampliación del Museo de Bellas Artes, la pérdida del ofrecimiento del Museo Thyssen, del Pompidou, de la colección Bellver, "el más amplio conjunto de pintura costumbrista andaluza del siglo XIX y principios del XX dentro de la que figuran obras de José García Ramos, Valeriano Domínguez Bécquer, Javier Winthuysen, Gonzalo de Bilbao, Francisco Hohenleiter Castro, Emilio Sánchez Perrier y François-Antoine Bossuet, entre otros muchos", también ofrecida a Málaga.

Al amparo de una proactiva política cultural, superando las amenazas y debilidades, los políticos con la ayuda de todos; y todos, con la ayuda de aquéllos; tenemos la posibilidad de hacer realidad a medio plazo, el Museo de la Historia de Sevilla, tal como tienen otras ciudades europeas. Será el más visitado por los sevillanos y por los turistas.

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