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Parar himnos a Sevilla

Este mes de junio, con su revuelo de vencejos mañaneros, nos muestra un inquietante calendario de conciertos.

Pese a que la información de variada laya nos llega a fogonazos por internet, la verdad es que de muchos conciertos nos enteramos por los carteles que cubren con cierta melancolía de ayer los muros anónimos de la ciudad.

Este mes de junio, con su revuelo de vencejos mañaneros, nos muestra un inquietante calendario de conciertos. El día 21 José Manuel Soto ofrecerá en La Maestranza una actuación de alto vuelo, Soto sinfónico, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Málaga (ya puestos, por aquello de traer la música étnica de la Costa del Sol, hubiéramos preferido que lo acompañase una summa de verdiales). Que el concierto tenga su veta solidaria, no lo redime del halo de inquietud que nos provoca su cuenta atrás. Cada cual, como es nuestro caso, lleva como puede su neurosis.

Por otra parte, este sábado Manuel Carrasco, voz universal de Isla Cristina, llenará el Estadio de la Cartuja con casi 75.000 almas que ya deben hallarse en escorzo de levitación. Al parecer, se trata de un récord en cuanto a lleno total de un aforo por parte de un autor español (recuérdense los 55.000 espectadores reunidos por Carrasco en 2019 en el Wanda Metropolitano de Madrid y los 50.000 del Benito Villamarín).

En este caso, el conato de inquietud hacia el artista no nos viene por las artes de sus cuerdas vocales, aunque su estilo melódico, eso sí, nos produzca empalago y tedio color ala de mosca. A Manuel Carrasco lo hemos escuchado a zarpazos, siempre furtivos, en la televisión y en la radio, cuando nos era imposible cambiar a tiempo de canal y de dial. Por supuesto, uno respeta los gustos de su vasta mara de fans y se ofrece al martirio por injurias. Pero, como decíamos, lo que nos inquieta es que, como viene siendo tradicional en sus conciertos, el artista nos regale un nuevo y temible himno de amor a Sevilla. Así ha sido en sus últimas y masificadas actuaciones.

Hemos leído, para estremecimiento del coxis, la letra de su himno Sevilla y alguna que otra bulería concebida como supuesto pellizco de arte. ¿Arte? Todo nos ha parecido un almendrado de ripios y lugares comunes, de pregonería untuosa y amor de souvenir a la ciudad. Que si Triana y Sevilla y que si de orilla a orilla. Que si la Macarena, el Gran Poder y la Esperanza marinera. Ahora que si la Velá Santa Ana entre jazmines de pelo de enamorada. Que si una letrilla de sangre que torea en La Maestranza para que la puerta grande sea besarte en Triana. Que si respirar la primavera en la Alameda de tu mano. ¿Era necesario? Va a ser verdad que el arte, desde Altamira, está en crisis (Antoni Tàpies).

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