La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Regálense 'Moonfleet', se la merecen

Conrad la elogió, Stevenson la envidió, Hergé se inspiró en ella: se reedita 'El diamante de Moonfleet

Las librerías de fondo han desaparecido, sustituidas por internet. Pero este no puede remplazar el placer de perderse entre estanterías ojeando y oliendo libros, cogiéndolos, dejándolos y volviéndolos a coger deliciosamente tentados. Las grandes librerías de Madrid o Barcelona, de las que quedan cada vez menos y ninguna en Sevilla, tenían esos estantes corredizos que recuerdan a los falsos tabiques de las novelas de aventuras tras los que se ocultan misterios y tesoros. Para quienes cafés, librerías y cines eran partes importantes de sus vidas la nostalgia -tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida- es un derecho.

Viene esto al caso de la nueva edición de El diamante de Moonfleet de John Meade Falkner (1858-1932: vivió en los años fabulosos, desde la publicación del Pickwick en 1836 a la muerte de Conan Doyle en 1930, en los que Inglaterra nos regaló los mejores sueños literarios). La edita Zenda, iniciativa digital que da el salto al papel, en su serie Aventuras creada para recuperar a "los héroes aventureros que durante décadas encarnaron la moral y las virtudes clásicas, generando unos referentes para la formación ética y estética de varias generaciones; referentes que hoy son más necesarios que nunca". Lo suscribo porque siempre, especialmente en la infancia y juventud, es importante lo que Aurelio Arteta llamó admiración moral en su ensayo La virtud en la mirada: "El sentimiento de alegría que brota a la vista de alguna excelencia moral ajena y suscita en su espectador el deseo de emularla".

De Moonfleet había ediciones agotadas, una de ellas en la estupenda colección Flecha Negra lanzada hace dos décadas por Círculo de Lectores con obras de Rider Haggard, Stevenson, Dumas o Verne . Esta nueva edición está prologada por Pérez Reverte, mentor de la colección, que escribe: "Somos lo que somos porque leímos lo que leímos… Cuanto viví, cuanto escribo y tal vez cuanto pienso, quedó marcado por aquellos primeros libros… Por eso El diamante de Moonfleet me conmueve especialmente… Es una de esas novelas que establecen territorios y orientan vidas: elogiada por Conrad, reconocida por Hergé como referencia de sus personajes Tintín y Haddock, basta una frase de Stevenson para situarla donde corresponde: "El diamante de Moonfleet es la novela que siempre quise escribir, pero lo único que pude hacer fue La isla del tesoro".

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