Seguimos igual

¿Un espectáculo en el río de La Fura es todo lo que podemos ofrecer al mundo?

Quinientos años después de la vuelta al mundo y treinta después de la Expo 92 creo que no hemos avanzado mucho. En la Expo, España quería abrirse al mundo, mostrar aquí todas las novedades, lo más avanzado de las artes y las ciencias: la era de los descubrimientos. Sevilla fue el lugar escogido por ser el Puerto de Indias que pertrechó durante años las expediciones al Nuevo Mundo, del que salían los hombres y los esfuerzos y retornaban las riquezas de todo tipo que proporcionó América. Una grandiosa puerta de entrada, eso fue la Expo. Así, por ejemplo, la programación artística, exposiciones, conciertos y espectáculos estaba compuesta por lo mejor que se podía ver en el mundo. Y Sevilla y los sevillanos estuvimos a la altura de las circunstancias con gran generosidad y cariño hacia la muestra.

En estos días pasados han tenido lugar las celebraciones finales de los quinientos años de la circunnavegación de la Tierra, protagonismo que no se le ha podido negar a nuestra ciudad porque el puerto sevillano fue principio y fin de tan extraordinaria empresa. Dejaremos al margen los actos institucionales protagonizados por el Rey y por la Armada Española, y algunas exposiciones de primer nivel que han tenido lugar en estos tres últimos años, como la extraordinaria El viaje más largo que tuvo lugar en el Archivo de Indias, con gran protagonismo científico y artístico de personalidades y empresas locales, entre otras cosas porque los más importantes documentos están custodiados en Sevilla, y otras celebraciones que han tenido lugar en Madrid, en Guetaria, patria chica de Elcano, en Lisboa y en otras ciudades que fueron parte del asombroso viaje.

Creo que estas jornadas eran la ocasión para mostrar la Sevilla actual al mundo, aunque este tiempo haya estado lleno de dificultades, con una pandemia incluida. Esperemos que, en poco tiempo, la Fábrica de Artillería de San Bernardo con su Centro Magallanes en funcionamiento esté a la altura de lo que pedimos. Pero las obras, y sobre todo de un edificio de esa complejidad, tienen sus propios plazos; lástima porque es una gran ocasión perdida.

Como lo ha sido en mi opinión, el espectáculo final en el río Guadalquivir, producido por La Fura dels Baus. No voy a entrar en sus aspectos artísticos, pero mis preguntas son: ¿de verdad, después de treinta años de autonomía en Andalucía y cuando falta un mes para que se cumplan los treinta años de la clausura de la Expo 92, un espectáculo en el río organizado por La Fura es todo lo que podemos mostrar al mundo? ¿No hay capacidad empresarial, profesional y artística en artes visuales y escénicas en Sevilla y en toda Andalucía para haberlo producido y realizado aquí? Al margen de quién lo paga, que finalmente será dinero de todos, ¿dónde se factura todo esto?, ¿dónde queda el valor añadido de la productora, equipos, técnicos, talleres, etcétera? Parece que es necesario enfocarlo de esta manera y por lo que me comentan los profesionales del sector, más que nunca. Seguimos igual.

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