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Sevilla, aguas abajo

Las transformaciones del río a lo largo de la historia han hecho la ciudad que habitamos

Las últimas semanas hemos recibido buenas noticias sobre el desarrollo de las dos orillas del río Guadalquivir a su paso por Sevilla, aguas abajo. Con una sola incógnita, pero muy importante, que ensombrece el futuro de la ciudad y el puerto: el paso de la SE-40 por el río. Parece una vuelta a la casilla de salida. Túneles o puente y así desde 2007 más o menos. Si calculamos por la media de las obras en Sevilla, fatalmente habrán pasado 20 años cuando se complete esta infraestructura vital que facilita el enlace de Sevilla con todas las comarcas del entorno y de éstas entre sí y además permite conectar mejor Cádiz con Huelva y viceversa. Todas las ciudades con puerto fluvial tienen una característica común: los usos portuarios se van desplazando siempre aguas abajo y los terrenos recuperados se van transformando en otros usos, más de ocio y esparcimiento. Así ha pasado en Londres y otras ciudades europeas. Como en Bilbao, con la reconversión de los muelles en parques, museos y auditorios. Y por supuesto en Sevilla. El Puerto actual comienza en el puente de las Delicias. Esencialmente responde a las mejoras del Plan Moliní (1903-1926) y a la concepción del Plan Brakenbury (1927-1957) de una dársena cerrada, regulada por la esclusa. Un recuerdo aquí para el semiabandonado y sin destino puente de hierro de Tablada, testigo de nuestras limitaciones. Ojalá quede incorporado de alguna forma en los planes de renovación del Puerto.

La proyectada renovación de las naves de la avenida de las Razas y de toda esa zona portuaria en la orilla izquierda y la resolución de la orilla derecha, desde la calle Betis, Altadis y los terrenos vacantes próximos a los clubes deportivos de Los Remedios, cumple la lógica expuesta de que las ciudades con río crecen y cambian aguas abajo. El amplio puerto de Indias situado en el arenal se fue deslizando con la corriente, transformando instalaciones y actividades. Muelles de la Sal, de Delicias o Nueva York, protagonistas durante muchos años de los movimientos de barcos, mercancías y pasajeros en el corazón de la ciudad, son ahora lugares de paseo y ocio. Del legendario puerto camaronero de Triana frente a la Torre del Oro y de los pescadores de la calle Betis nos quedan las rampas y una placa cerámica que nos recuerda que allí estuvo el citado puerto.

La orilla derecha del río sigue avanzando con nuevos usos junto al Puente del Quinto Centenario y la SE-30, como el centro Lagoh, la Ciudad de la Justicia en la antigua sede de Abengoa y más al sur el nuevo barrio que promueve Metrovacesa. Y todo ello hilvanado por la prolongación de la línea 3 del Metro hasta el Hospital de Valme. Esperemos que este impulso no tope con las estrecheces de las infraestructuras.

Recordando a Azorín, podemos decir: "Desde el pretil del puente veo correr las aguas hacia el mar. Aguas cauce abajo. Arrastran la historia de una ciudad". Las transformaciones del río han hecho la ciudad que habitamos. Sevilla existe por ser puerto fluvial.

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