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Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Sevilla y el teatro

ESTAS líneas las motivan el anuncio de los responsables municipales de que el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla se hará cargo del mantenimiento y programación del edificio que fue Teatro Álvarez Quintero. Es un esfuerzo notable del Ayuntamiento, tras el abandono del edificio por la Fundación Cajasol, después de haber modificado su escenario para convertirlo en un espacio para exposiciones, que por otra parte parece que ahora van a sobrar. Ya veremos que otros cambios hacen cuando inauguren el CaixaFórum, como ya dejaron las Atarazanas. De momento, es un hecho que sobre el escenario del Teatro Álvarez Quintero se actuó sin respeto a la importancia que tuvo en la historia de nuestra ciudad. Bienvenido el esfuerzo municipal de salir al quite, para que el actual escenario de la calle Laraña se mantenga abierto y en uso, quizás hasta encontrar un proyecto de futuro más definitivo. Aunque estos recursos y esfuerzos que ahora tendrán que ir a dicho edificio, pienso que se podían dedicar a la conservación de inmuebles como la Sala San Hermenegildo, o a recuperar un uso acorde con su pasado para el Llorens, o a colaborar para que el Cervantes tuviera programación escénica y en ayudas a la programación de las salas existentes.

Nuestra ciudad no es fácil para el teatro. La realidad es que, salvo el momento de esplendor del Siglo de Oro, con mas sombras de lo que nos gustaría, y un fulgor belle époque en el tránsito del siglo diecinueve al veinte, la participación de Sevilla en las artes escénicas españolas no ha sido de relumbrón. Por eso creo que hay que tener conciencia de que el vigor de la vida escénica de Sevilla se ha apoyado en los esfuerzos de grupos aficionados, que deberíamos potenciar, de compañías profesionales que se abren paso con esfuerzo y de una creciente y capacitada profesión que brilla en los escenarios y pantallas de media España, formada en el Instituto del Teatro y en la Escuela de Arte Dramático, como nos recuerda de vez en cuando Joaquín Arbide, uno de los históricos de esta ciudad, artífice del germinal grupo Tabanque.

Ahora, con cuatro teatros públicos, seis teatros privados, que hace poco eran nueve; con otros espacios experimentales en marcha; con una docena de compañías profesionales entre danza y teatro, y varias empresas de producción y distribución, podemos decir que el momento actual de las artes escénicas sevillanas es de resistencia ante las dificultades, como el IVA del 21% que aplica el Gobierno sobre las actividades culturales.

Por cierto, bienvenido el Microteatro de la calle José Gestoso por unirse a la vida escénica de nuestra ciudad, por intentarlo y dar la oportunidad de mostrar su arte y capacitación a los profesionales sevillanos. Porque, aunque ya sé que son malos tiempos para la lírica, que diría el poeta, en Sevilla las profesiones escénicas aguantan como siempre, y los proyectos bullen y luchan por sobrevivir. Nuevos profesionales se esfuerzan en montar proyectos viables y en desarrollar sus carreras en Sevilla o en cualquier otro lugar si aquí no encuentran los apoyos necesarios.

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