Más de una Sevilla

Ser fiel a los orígenes y fiel al hoy es un duro compromiso que hay que afrontar

En Sevilla, se corre siempre el peligro de que el peso de la historia y la tradición anule lo contemporáneo. Y lo que es peor, que creamos que son aspectos irreconciliables. Afortunadamente no hay una sola Sevilla, sino muchas que coexisten a la vez, se entrecruzan y se superponen. Debemos asumir que estamos viviendo otra Sevilla, compleja y contradictoria como toda ciudad real. Y la realidad siempre supone un cierto desorden como muestra de vitalidad. Sevilla necesita la modernidad para poder respirar. Para respirar Sevilla, no su pasado. Sevilla necesita la modernidad para la vida de las nuevas generaciones y para todos los que necesitan lo nuevo como parte de la vida. Tanto en pintura como en arquitectura, teatro y literatura, danza y música y en todas las formas nuevas de manifestaciones artísticas necesitamos la modernidad, el aliento de lo contemporáneo para poder respirar. También en el conocimiento científico y en la enseñanza, desde los primeros pasos hasta la excelencia doctoral e investigadora y en los avances tecnológicos que abren puertas al mundo empresarial.

La modernidad siempre estará del lado de los jóvenes que se expresan usando la ciudad completa en su vida cotidiana. En estos últimos meses la juventud ha sido cuestionada por una vitalidad que les desborda, incluso más allá de la pandemia. Esa es su condición. Pero hace menos de un año, y volverá a ser así, los jóvenes llenaban las galerías de arte más vanguardistas, las nuevas salas de teatro y los conciertos. Y aún hoy siguen con sus proyectos de investigación y mejora personal. Basta asistir a los finales de grado y máster de las universidades sevillanas. Y ver el número creciente de empresas innovadoras generadas por los jóvenes. Ellos son la Sevilla que viene, la que hay que fomentar y para ello necesitamos más equipamiento cultural e infraestructuras y apoyos a la creación de empresas. Y entender la ciudad como una suma de distintas realidades, dotando a los barrios de identidad plena y del equipamiento necesario, creando espacios y lugares para el desarrollo de la cultura y la formación en cada rincón de la ciudad y favoreciendo la movilidad y el intercambio.

Es cierto que la Sevilla de hoy está construida sobre las anteriores, que son su cimiento, su fundamento, pero debemos comprometernos con la necesaria mejora a fondo de nuestra ciudad. La transformación vendrá de la mano en una ciudad que sepa aunar la contemporaneidad con sus mejores cualidades. Ser fiel a los orígenes y fiel al hoy es un duro compromiso que hay que afrontar. Conservar nuestro patrimonio y nuestras tradiciones sólo se justifica plenamente como forma de mantener una identidad cultural que estimule el sentido de pertenencia cotidiana a una sociedad concreta, para hacer la ciudad plenamente habitable en toda su extensión, en todos sus barrios, para todos sus habitantes. La ciudad real debe unir al fundamento de nuestra identidad la confianza en el futuro y la realidad del esfuerzo.

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