Las dos orillas
José Joaquín León
Noticia de Extremadura
Aaquellos a quienes la Navidad estresa deben hacer un esfuerzo por no luchar contra lo inevitable. Uno puede pensar que el hombre es un rosseauniano lobo para el hombre (más bien, para otros hombres), y al mismo tiempo conceder que darse unos días de buenas intenciones y encontrarse con la gente querida que no ves con la frecuencia que querrías es una buena excusa para, además, gastar el dinero que tienes y el que no tienes en hacer regalos a quienes quieres y a quienes no quieres tanto.
Es muy probable que usted piense que este año gastaremos menos que el año pasado en regalos y comida y bebida extra, que según las encuestas supone un presupuesto medio para cada español de nada más y nada menos que 400 euros. Si es así, se equivoca según los oráculos de la estadística. Una encuesta encargada por la intermediaria de compras por internet Ebay nos dice que vamos a gastar un poquito más, quizá porque gastar menos supondría para muchos no gastar. Además, como no podía ser menos, comprar por internet es una tendencia imparable de consumo. Otra investigación -también con tufo de ser juez y parte, dada su condición de financiera de las que cobran Taes descomunales-, nos da color: nuestro presupuesto medio va a incrementarse con respecto al año anterior. Es más que probable que la maldita paga extra de los funcionarios, recuperada o no puesta en duda como en 2012, esté detrás de esto tanto como lo están las noticias -más que los hechos- sobre nuestra salida del fango como economía. Sobre todo compraremos ropa, zapatos y complementos, y también mucha tablet y mucho smartphone. Uno, que vaticinó cual escopeta de feria el fracaso del Aquarius o del cigarrillo electrónico, ya no se extraña del enorme ascenso en la intención de compra del universo Nespresso. Pero la crisis ha traído cosas buenas también en este asunto de consumo estacional. Por ejemplo, el apaciguamiento consumista de los menores, que toman conciencia del valor del dinero familiar como quien se desintoxica de una adicción. Otro, la corriente que promueve la compra de cercanía y el regalo personal sin coste monetario. Esto sin duda es más esencialmente navideño que llegar a casa a escondidas cargado de bolsas (que también es un acto navideño, eso es un hecho: no exageremos). Comprar con más tino y mesura, reducir el trasiego de los desangelados ticket-regalo; probar a quererse más de verdad, recordar serenamente a los que se han ido e intentar reavivar algunos lánguidos rescoldos del amor acostumbrado son, por qué no, buenos motivos para afrontar con ánimo la Navidad de un año entrante que esperemos sea menos antipático que el saliente.
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