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Tentaciones y procesiones

Poner 'numerus clausus' sería primar otros intereses por encima de las hermandades

Parece que este año sí hay procesiones en Semana Santa. Los buenos propósitos del año pasado, de aprovechar las circunstancias para reflexionar no se han traducido en hechos y aquí estamos de nuevo dando vueltas a las mismas cuestiones de orden en el público, número de nazarenos y duración y extensión de los cortejos. Hay datos que avanzan que este año habrá más nazarenos que nunca y que puede pasar igual con el público. Y aparecen tentaciones de hacer cambios en la Semana Santa de Sevilla. Reflexionar sí, pero experimentos los precisos y en esta fiesta religiosa y popular menos. Porque nuestra fiesta mayor se ha construido sobre la acumulación de multitud de pequeños aciertos de hermanos reunidos en cabildo, analizando año tras año pequeños cambios y mejoras en arreglos, en el cuidado de imágenes e insignias y estudiando modificaciones de recorridos o cambios de templos, apretados por circunstancias difíciles u otras causas. Y con grandes aciertos en los que han participado artistas como los imagineros y personalidades como Rodríguez Ojeda, que se llamaba asimismo bordador, nada más y nada menos, u orfebres y ebanistas en pasos y canastillas. Porque el objetivo perseguido siempre era el mismo y lo sigue siendo, sacar a la calle la mejor procesión para tener la mejor Semana Santa.

Una de las tentaciones es imponer numerus clausus en los nazarenos que integran las comitivas. Limitar en cada hermandad cuántos hermanos pueden salir cada año. Para así poder controlar el tiempo del transcurrir de la procesión en cada lugar y hacerlas todas similares o idénticas. En mi opinión es un error. Es primar otros intereses por encima de la fuerza interior de las hermandades y cofradías, esa energía y capacidad de emulación y mejora que es el motor que alimenta toda esta gran manifestación de devoción y cultura popular. Ya ocurrió, siglos atrás, cuando quisieron desposeer de la vitalidad y fuerza interior de los gremios y oficios a la procesión del Corpus, la muestra de una ciudad en la calle, que se quedó en muy poco cuando toda esa capacidad de esfuerzo y participación la abandonó para volcarse en las hermandades de gloria y pasión. El resultado a la vista está.

Otra opción es cambiar los recorridos, más largos, en calles más anchas y una carrera oficial que no pase por Sierpes. Otro error. La Carrera Oficial como paso obligado de todas las procesiones para ir a la Catedral está en el código genético de la Semana Santa. Y ya cambiamos los recorridos los sevillanos y visitantes para ver las procesiones, a lo largo de nuestra vida de niños adolescentes, familias o personas mayores. Ya sé que todo ha cambiado, pero hasta ahora no para peor. Quizás opinamos los que ya tenemos años y no nos acordamos de nuestras primeras madrugadas de Viernes Santo sin la familia. Enseñemos y trasmitamos a los nuestros el sentido del equilibrio y respeto por la Semanas Santa de Sevilla y confiemos en las hermandades y cofradías en que dispongan lo mejor.

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