Tirar del carro

Nada se desprecia más que aquello a lo que no se le pone valor, aunque le hagamos mucha lírica de cartón

13 de marzo 2023 - 01:49

Un carro de la compra. Vulgo: carrito, que los diminutivos siempre han ido asociados a lo doméstico, lo familiar, lo afectivo, las mujeres, o sea. A lo mejor que, ahora, algunas autoridades -civiles- quieran ser llamadas por sus hipocorísticos es otro triunfo soterrado del feminismo, ése que goza de buena salud con sus divergencias y sus pluralidades. Procuro no divagar del todo. La imagen nos muestra un carro de la compra y un corro de mujeres. Estamos en el Ayuntamiento de Sevilla, en la sala de exposiciones de la planta baja. El carro de la compra como el hilo conductor de una ciudad que se sostiene por ese esqueleto invisible de mujeres que transitan ocupadas. Ocupadas sobre todo en cuidar ruedas de coches de bebés, ruedas de sillas de ancianos, ruedas de andadores: pequeños, mayores, vulnerables. La rueda cambió el mundo y esas mismas ruedas lo mantienen en pie.

La exposición es parte del trabajo de una urbanista, Reyes Gallegos, que lleva años trabajando con asociaciones de mujeres sobre la idea de una ciudad habitable y, precisamente, construida por quienes la cuidan y nos cuidan. Científicamente se llama perspectiva de género y supone una nueva mirada con indicadores útiles que nos permitan testar la realidad de nuestras ciudades de hoy, pero, además en el discurso -insisto que académico- hay un compromiso en poner rostro a tantas y tantas mujeres (las Marujas del carrito y la bata) que hemos ninguneado. Entre otras cosas porque su trabajo no contaba en el PIB. Porque eran gratis. Nada se desprecia más que aquello a lo que no se le pone valor, aunque le hagamos mucha lírica y mucha prosopopeya de cartón.

La arquitecta Gallegos ha hecho un trabajo del que podemos ver unas fotografías, huellas de testimonios de vida, que marcan un mapa vivo de interrelaciones que deberían ser el eje del desarrollo urbano. Algunos de nuestros barrios han mantenido la cabeza alta porque ellas los han sostenido sobre sus espaldas. Desde la mítica Jane Jacobs y su teoría de los "ojos en la calle" como una idea de la ciudad como espacio defendible, la arquitectura ha considerado a la ciudad como el epítome de la convivencia. Una ciudad en la que conviven los mercados, las escuelas, las oficinas, las plazas y las casas. Una ciudad inclusiva donde cabemos todos y a todas horas. Visitantes y paisanos. Niños y mayores. El trabajo y el holgar. Una ciudad de servicios públicos y de parques con fuentes para beber y bancos para sentarse. Con papeleras y con rampas. Con pavimentos que no machaquen las posaderas de los ciclistas. Con todos los problemas de convivir muchos y distintos. Esos que ellas afrontaron y sortearon al mando de su nave-carrito. Porque ellas tiran del carro. No hay lema mejor para sumarnos todos a ese empujar juntos para que la vida sea mejor. Algunas le llamamos feminismo.

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