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Viajar y viajar

Viajar es una buena opción de vida: con la edad, casa pequeña y maleta grande

Estamos en el primer puente festivo con las restricciones de la pandemia prácticamente eliminadas en Europa y, lo que es más importante, con menos personas hospitalizadas. España está entre los países con menos incidencia y las cifras de reservas en hoteles y alojamientos turísticos empiezan a acercarse a 2019. Es un hecho que viajar es la principal forma de ocio para jóvenes, familias y jubilados. Todos queremos viajar casi con el mismo ímpetu que la juventud quiere tocarse y bailar. Y estamos en ello, con todas las variantes que se nos ocurran. Automóvil, tren, avión o barco. Los del norte al sur y los del sur al norte. Los de este al oeste y viceversa. A conocer ciudades o paisajes. Visitar monumentos o hacer senderismo. Exposiciones, espectáculos, restaurantes, que a lo mejor no disfrutamos en nuestras propias ciudades porque la rutina del día a día nos distrae o nos tiene atrapados. O simplemente porque no se podía hacer y ahora sí. Los que disponen de ahorros de estos meses de estar en casa sin movernos, van a gastarlos. Bien, porque si el dinero se mueve beneficia a todos y el sector ocio, donde incluyo el turismo, ha quedado claro que es un fluido económico necesario para engrasarlo todo. Menos mal que la evidencia de las bajas cifras de fallecidos en paralelo al incremento de personas vacunadas en toda Europa ha dejado a los negacionistas en una minoría casi insignificante por no decir ridícula. Ha quedado suficientemente claro que optar por no vacunarse era una forma más de privilegios, en esta sociedad aún más desigual que cuando empezó todo.

Viajar por encima de todo, conecta en un gran salto hacia atrás con el homo viator, el viajero, el peregrino, el que está de paso por este mundo. Desde la antigüedad hasta la Edad Media y más allá, la vida por su brevedad en términos de edad se consideraba una etapa de aprendizaje a través de un viaje azaroso e incierto para llegar a otro lugar. Viajes tal como los describieron Homero y Dante o como los cantaron Machado, Cernuda o Cavafis. Viajes iniciáticos que siguen presentes en nuestro querer hacer o en los deseos que sabemos en algunos casos inalcanzables. ¿Qué me dicen del viaje de novios o luna de miel?

Escolares y universitarios siguen celebrando sus etapas principales vitales con un viaje. Lo entiendo. Para mí ese momento fue decisivo. París, Londres, Florencia, Venecia y toda Italia eran polos de atracción que lo significaron casi todo. Una peregrinación a ver el David de Miguel Ángel o el Inocencio X de Velázquez, recorrer la Ópera Garnier de París, o un paseo por South Bank, me siguen dando ánimos. Otros optan por el camino de Santiago, en el que atravesar a pie caminos y pueblos, con jornadas en que da tiempo mirar a tu alrededor y hacia dentro de ti, junto con el esfuerzo físico, es lo más parecido al viaje primigenio de los antiguos, un viaje que hace uno en solitario. Viajar es una buena opción de vida como nos recuerda el dicho: con la edad, casa pequeña y maleta grande.

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