Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Viajes con mi tía

La invitada pidió algo de Gracia Montes y lo más próximo era Boney M

Hace años le regalé la novela de Graham Greene Viajes con mi tía. Mi tía es la única que ha estado en las dos bodas. Dos enlaces matrimoniales separados por 66 años. El primero tuvo lugar el 16 de julio de 1956. El año de los Juegos Olímpicos de Melbourne que España boicoteó en señal de protesta por la invasión soviética de Hungría. Los novios eran mis padres, Francisco y Maruja. La boda tuvo lugar en Ciudad Real y se fueron de luna de miel a Santander, a la tierra de Fronilda Ruiz, mi abuela paterna, originaria del valle de Aguayo, cerca de Reinosa. Mi madre era la mayor de los ocho hijos, siete hembras y un varón, mi tío Blas, vástagos de mis abuelos Andrés Naranjo, panadero de profesión, y Carmen Ciudad, manchega de Calzada de Calatrava. Encarni es la pequeña de las siete. Había nacido en 1952, el año de los Juegos Olímpicos de Helsinki. Especialista en salto de longitud, se plantó en esta boda celebrada el 4 de junio de 2022, víspera del Domingo de Pentecostés. "¿No son galileos todos esos que están hablando?, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?". El amor permite que personas que hablan lenguajes diferentes, aunque se expresen en el mismo idioma, se entiendan a las mil maravillas. Carmen y Nicolás, los novios del segundo enlace, no son galileos, como los de la lectura de los Hechos de los Apóstoles. La torre mudéjar de la iglesia de Ómnium Sanctórum donde se casaron no es la torre de Babel del Génesis. Carmen es mi hija y mi tía Encarni, la testigo de ambas bodas, fue su madrina de bautizo en la capilla de Belén. El novio nació en Granada, la novia en Sevilla. Una historia de amor que empezamos a escribir en la calle Feria donde nacieron Juan Belmonte y Jesús de la Rosa, la voz de Triana. Los amigos remeros del novio le hicieron un arco de remos a la salida, el vino de las bodas de Caná volvía a ser agua en las aguas del Guadalquivir. Fui el padrino de la novia. Llegamos en un Volkswagen escarabajo fabricado en 1961. El año de la riada del Tamarguillo y de la construcción del muro de Berlín. Los padres de la novia nos casamos en 1989, el año que derribaron ese muro. Pura quimera, vana utopía. Vinieron invitados hasta de Nottingham y de Utiel. Los padres del novio viven en la romántica y becqueriana barriada de las Golondrinas. La boda de julio de 1956 se celebró el día de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. En la boda de junio de 2022 había un marino con cuaderno de bitácora de escalas en Bermeo, Barbate y Lanzarote. El año que se casaron los abuelos de la novia ganó el Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez. El año que nos casamos sus padres lo ganó Camilo José Cela. Ahí lo dejo. Mi tía Encarni tenía cuatro años cuando estuvo en la boda de su hermana mayor, una estirpe de 23 primos. Todos los invitados se contagiaron de la alegría de mi tía; un torbellino en este intercambio de cartas diplomáticas con tu puedo y con mi quiero, que cantaba Luis Pastor. La invitada de las dos bodas le pidió al dj algo de Gracia Montes y lo más próximo que tenía era Boney M. Ese día pusieron en la tele Vivan los novios.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios