La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Viernes de Dolores en la memoria

Viernes de Dolores, ya no hay vuelta atrás y en él se nos vienen recuerdos que andan en la sima de la memoria. Por ejemplo, saetas en la cárcel de Ranilla al Cristo de la Sed o cómo íbamos a ver entre la arboleda de los Hotelitos del Guadalquivir, léase Heliópolis, al Cristo de la Misión, también adelantado a esas cofradías de vísperas hogaño tan numerosas. Eran cortejos que discurrían en intimidad, algo que se ha ido perdiendo en progresión geométrica. Pero este día era también cita para un ágape de tronío que convocaba aquel anfitrión vocacional que fue Enrique Fernández. Su casa solariega en Reyes Católicos se convertía en bulla que crecía por años al rebufo de aquella vieja sentencia de que lo gratis, cueste lo que cueste. La cantidad de amigos que tenía el hombre aumentaba año tras año y acababa en botellona en plena acera, qué gran Viernes de Dolores entonces.

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