La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sevilla seguirá, de momento, sin cardenal
La aldaba
Existe una corriente de opinión sobre el freno que supone la Sevilla rancia e inmovilista al supuesto progreso de la ciudad. Nada más lejos de la realidad. Tal vez haya algún caso concreto, como la biblioteca del Prado que perdimos, que verdadermente fue un despropósito no contar con aquella infraestructura, pero por lo general a Sevilla le caben todos los desmanes, nunca está completa la galería de los horrores y parece no tener fin la invasión del feísmo que, por otra parte, se sufre en todas las ciudades. ¿Acaso pudo imponer la denominada Sevilla rancia una solución distinta a las Setas en la Encarnación? ¿O pudo impedir los atentados urbanísticos en la Avenida de la Palmera, que da dolor regresar de Cádiz y comprobar los adefesios plantados en plena arteria principal de la Sevilla del 29? ¿Y el edificio trasero de la Diputación Provincial a la verita misma del Puente de San Bernardo? Esperen un tiempo y verán la evolución del Paseo de Colón. Podríamos seguir con la lista de las casas tanatorios de las calles Santander o Castilla. Aquí se destrozan casas o se vacían dejando la fachada, se levantan adefesios con el aval del PGOU, nos lamentamos unos cuantos días y a otra cosa, mariposa. El otro día nos topamos con un verdadero engendro en el barrio los Remedios, una casa de diseño que suponemos que saldrá en alguna revista de colegio de arquitectura de las que se leen en la sala de espera del dentista. Tal vez el autor tenga algún premio entregado en un acto de esos a los que todos acuden vestidos de negro y beben cava porque es lo chic. Que se amarren bien los machos en los barrios porque la ola de mal gusto se extiende más allá del conjunto histórico declarado.
Esta casa de balcones salientes y entrantes debe ser obra de algún ingenio de los que dicen que leen poesía por las mañanas y desayunan zumos de pomelos. Las tendencias actuales de la arquitectura son así. El estilo de las casas salientes modelo porche están muy bien para las series de Netflix que se graban en las afueras. Mucho vidrio, mucho miminalismo, vestidores de ensueño que deben estar siempre muy ordenados porque están a la vista, y pocos armarios para meter las vajillas. Llegan los nuevos valores y se ponen a jugar a los alardes. Si además tienen malos ejemplos como la rehabiltación del Palacio de San Telmo, ennegrecido y con la suntuosidad perdida, tenemos el cóctel perfecto. La buena noticia es que el mamotreto no lo han plantado en el centro, sino en un barrio con un diseño urbanístico muy cuestionado. ¿Cabrá en esta casa saliente el cuadro de la caza de los ciervos que se admira en tantas consultas de médicos de los Remedios? Con esos perros dando ladridos... Guau.
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