El catastrofismo andaluz

Siempre hay alguien que se recrea al arrancar la Andalucía del 'furgón de cola'

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Las masacres silenciadas

El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno. / M. G.

03 de octubre 2025 - 04:00

La matraca suena siempre igual. Nunca convergemos, siempre estamos en el furgón de cola, somos los últimos en los indicadores económicos, necesitamos que Cataluña y Madrid vayan a toda velocidad para que nosotros podamos, al menos, arrancar y meter la primera; nuestra renta por persona está en los sótanos del gran palacio que sostienen los pilares de la historia, la riqueza natural, nuestra mentalidad de puertas abiertas y el recurrente rosario de potencialidades. Pero, ay, es un palacio con desconchones por el que marinea algún ratón díscolo al que ni siquiera tenemos dado de alta, y está adornado con tapices desvencijados. La fachada, eso sí, está perfecta porque cuidamos mucho la pintura exterior. Alguien nos recuerda que no vamos bien cuando parecemos despertar, alguien saca la tablet y proclama que estamos lejos de poder relajarnos, alguien se ríe de las medidas de desgravaciones porque sencillamente las hacemos nosotros. Si fueran decisiones de los gobiernos de otras regiones, tal vez serían de vanguardia. Pero como son de Andalucía, se arquean las cejas, alguno rezuma supremacismo y, en el fondo, se ríen, como si tuviéramos la exclusiva de ser los únicos que soportamos entre nosotros a ese cupo de irresponsables que, sí, manipulan las ayudas públicas para no dar un palo al agua. Todos los rebaños tienen sus ovejas negras, pero la culpa siempre es de Andalucía. El gasto sanitario ha subido por fin por encima de la media, pero nos recuerdan que es por la inversión en la reapertura del Hospital Militar. ¡Toma, claro! Es como el alumno al que restaron méritos por sus buenas calificaciones: "¡Si es que se pasa las tardes encerrado con los libros!"

Siempre hay alguien que se recrea al arrancar la Andalucía del 'furgón de cola'. No ya la de la señora ceceante de las tareas del hogar, el señorito a caballo, el cacique (con coca-cola) de los casinos o la indolencia de boina y palillo escobillado en la comisura del labio inferior. Siempre hay alguien dispuesto a abonar el catastrofismo andaluz, en pisarnos cualquier avance sea de un gobierno o de otro. Ahora ocurre con el gasto sanitario en el contexto del escándalo del cribado del cáncer de mama, asunto de la máxima delicadeza sobre el que el Gobierno autonómico ha tardado poco en pedir disculpas y ponerse manos a la obra. Pero llama la atención que en vez de una mano negra, siempre haya un pie que pareciera apretarnos el rostro para mantenernos ocultos en ese 'furgón de cola'. Hasta que llega el idiota de guardia y te dice desde la garita del bobo en la que está empadronado: "¡Pero qué bien se vive en el sur!". Y el tío se cree que te ha agradado. El furgón, al fin, es nuestra cruz. Es el símbolo del catastrofismo en el que nos quieren sumidos, esa teoría de la Andalucía subdesarrollada a la que sistemáticamente se le niegan los avances o se le escrutan los méritos con una cicatería evidente. Será por eso que el presidente apuesta por la marca, como al explotar la teoría de la "vía andaluza". Estaremos atentos a la evolución. Y, mientras, llevaremos el furgón a la ITV.

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