El churro como barómetro

Lo ideal sería yaen vez de mojar los churros en chocolate hacerlo en sin plomo 95

Estamos tan mal, tan desorientados y tan desbordados por todas las calamidades que se nos han venido en poco tiempo que nos ocurren cosas de lo más estrambóticas, y una de las manifestaciones de esta situación es que el churro, el calentito, el tejeringo, el de rueda, el de papa, se ha convertido en barómetro para explicar la situación.

En estos días varios artículos han intentado reflejar la escalada de precios espectacular que estamos viendo en nuestras carteras no en la gasolina, ni en eso de las horas valle para poner las lavadoras. Se ha explicado la situación en lo que cuesta una ración de churros que está ya claramente por encima del euro y acercándose a los dos… casi como el litro de gasolina… Vamos, que lo ideal sería ya en vez de mojar los churros en chocolate hacerlo en sin plomo 95.

Con el churro siempre se han explicado muchas cosas pero la verdad es que su utilización como vara para medir la inflación me ha parecido algo novedoso y muy interesante en lo que se refiere a la evolución de las masas fritas… y de la humanidad.

Pero el churro, el calentito en este caso, también ha servido para "escenificar" el grave problema que están viviendo los cascos antiguos de las ciudades, sobre todo las turísticas. Hace unas semanas un calentero de los de pedigrí de Sevilla señalaba que se marchaba a un pueblo del Aljarafe porque entre otras cosas sus clientes de toda la vida se había ido de la zona donde se encontraba.

Es lo mismo que le está ocurriendo a los mercados de abastos o a muchas tiendas tradicionales que prácticamente son expulsados de sus locales en busca de ideas más internacionales que posibiliten hacer negocio con los nuevos inquilinos. Creo que la proliferación de pisos turísticos en las ciudades andaluzas no está trayendo nada bueno y, con los años, se volverá en contra de los municipios que los impulsaron. Esa proliferación de pisos está convirtiendo a las ciudades en parques temáticos donde ya no existe vida real, además de contribuir a eliminar puestos de trabajo del sector hotelero.

No nos olvidemos de que la gente viene a nuestras ciudades buscando raíces, historia. Si a última hora, en vez de churros, le ponemos los mismos huevos revueltos con beicon que se comen en su casa, pensarán que para qué puñetas han venido hasta aquí. La cantidad de cosas que nos están descubriendo los churros… y lo buenos que están. ¿A mí me gustan sin azúcar, y a ti?

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