La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El gazpacho que sufrimos en Sevilla
La tribuna
DEL 17 al 19 de septiembre tendrá lugar el Encuentro Internacional que se comprometió a organizar el alcalde de Sevilla cuando consiguió, en junio del año pasado, que los principales monumentos de la ciudad no fueran incluidos en la lista negra del Patrimonio Mundial en peligro. Hay que recordar que Zoido volvió de San Petersburgo, tras la 36 reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco presumiendo de haber salvado a la ciudad de ese estigma al conseguir que los miembros de dicho Comité, a pesar de hacer suyos los argumentos de la comisión de expertos de Icomos sobre el "impacto visual muy negativo" de la Torre Cajasol sobre el entorno de los bienes sevillanos patrimonio de la humanidad y la relación de estos con el río y el resto del conjunto histórico, no siguieran la recomendación de ponerlos en dicha lista.
No sé si funcionaron los resortes de la alta política u otros más a ras de suelo (los comités internacionales, sean de la Unesco o se trate del Comité Olímpico, comparten una gran vulnerabilidad a presiones, influencias y ofrecimientos), pero tras la condena argumental hubo indulto in extremis, si bien con una serie de condicionamientos, entre ellos la exigencia de "evitar desarrollos similares en el futuro" (de hecho, no se ha vuelto a hablar de las otras tres torres proyectadas en terrenos de la Cruzcampo, Hytasal y Guadaíra) y la reducción de Sevilla, en materia urbanística, a una situación tan intervenida por la Unesco como lo está la economía española por la troika. ¿O qué otra lectura puede hacerse del punto siete de la resolución del comité, en que se pide sean enviados al Centro de Patrimonio Mundial, "para su revisión, todos los proyectos de construcción importantes previstos para la zona de amortiguamiento y el entorno (es decir, para la ciudad histórica, el río y sus alrededores), junto con las correspondientes evaluaciones de impacto en el patrimonio, antes de que se adopte cualquier compromiso irreversible"? El propio alcalde ha llegado a confesar, alguna vez, que nos están mirando con lupa…
Antes de ganar las elecciones, Zoido se había mostrado mesuradamente crítico con el proyecto del rascacielos pero luego se convirtió en el cuarto padre del mismo, junto al trío Pulido-Monteseirín-Montaner, y dio por prácticamente liquidado el asunto, silenciando varios de los puntos de la resolución y ninguneando a los sectores profesionales y a los colectivos ciudadanos que se oponen, desde hace años, a la torre por considerarla una agresión al paisaje urbano de la ciudad y a su patrimonio cultural y una fuente de muy graves problemas de tráfico, de seguridad e incluso de viabilidad económica. Por no hablar ahora de las numerosas transgresiones de la legalidad urbanística, las cuales no han podido resolverse judicialmente al esgrimir de forma constante el ayuntamiento (tanto en la época de gobierno del PSOE-IU como en la del PP) cuestiones procedimentales y de plazos que han impedido que la Justicia entre en los temas de fondo.
Ahora, sin embargo, el tema volverá a estar sobre la mesa porque, aunque tarde, el Ayuntamiento no tiene más remedio que cumplir el ofrecimiento que hizo el alcalde de organizar (y pagar) un congreso o encuentro sobre arquitectura contemporánea en ciudades históricas. Quizá hubiera podido ser esta una ocasión para propiciar un debate riguroso y democrático, de nivel internacional, sobre la compleja relación entre tradición y modernidad, entre mercado e identidad y entre respeto al patrimonio y apoyo a la libre creatividad en grandes ciudades, teniendo como referencia casos como el de Sevilla y concretamente el problema suscitado por la Torre Cajasol y, también, ¿por qué no?, por las setas de la Encarnación. Sin embargo, visto el programa, ya cerrado, me temo que no va a ser así: la organización fue encargada no a un coordinador científico de prestigio e independiente de intereses políticos y económicos, sino a una empresa trasnacional, Gaia Heritage, propiedad de un antiguo director adjunto del propio Comité del Patrimonio Mundial, que ya asesoró al Ayuntamiento y a Cajasol en la preparación de la reunión de San Petersburgo. Y será la propia sociedad promotora del edificio, Puerto Triana S.A., la que asumirá la mayor parte de los gastos del congreso.
En el programa no existe participación de profesionales críticos con las intervenciones urbanísticas citadas, ni de representantes de asociaciones de defensa del patrimonio, y sólo hay una ponencia, en un total de dieciocho, dedicada a Sevilla. A ver qué dice. Tampoco las universidades sevillanas y sus especialistas en las diversas disciplinas relacionadas con el Patrimonio han sido tenidos en cuenta. Y un último dato: el Encuentro se celebrará en ¡Capitanía General! No es broma: por lo que se ve, Sevilla no tiene espacio más idóneo que un salón de actos militar para una reunión que debería ser de debate académico y ciudadano. ¡Qué delirio!
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