Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Bárbara, el Rey, Jekyll y Hyde
Una incógnita revolotea en la vertical del Real Betis Balompié. ¿Se aseguraría la paz social con la marcha de Setién? ¿Dejaría de vivirse en la crispación que se vive cada partido y cada día en el sevillanísimo club de las trece barras con corona? ¿Alguien en su juicio se siente capacitado para dar una respuesta certera? Pues la verdad es que nadie mínimamente fiable es capaz de dar la respuesta adecuada, si conviene o no su marcha.
¿Alguien que venga a sustituirlo y que no se bese el escudo ya el primer día podrá ejercer su trabajo sin la presión diaria de una crítica feroz? No sé de nadie que esté en condiciones de asegurar la bonanza que sería para el Betis disponer de un entrenador sin francotiradores apostados al revolver del primer resultado negativo o tras su primera declaración no consistente en una declaración de amor eterno al beticismo. Entonces, si esto es tal que así, ¿cuál es el camino a seguir?
Setién vino para un proyecto encaminado a alcanzar Europa en un periodo de tres años y eso lo consiguió sólo en uno. Incluso logró lo que parecía imposible, superar al Sevilla en la tabla final y con el recuerdo de un clamoroso 3-5 que fue el mejor regalo de Reyes recibido por el beticismo en ni se sabe cuánto tiempo. Pero ni con eso era aceptada la figura de Setién por un sector del beticismo que no sé si es el más numeroso, pero del que no cabe duda de que sí es el más ruidoso.
Y visto así el panorama, ¿qué salida procede darle al asunto? ¿Respetar el contrato vigente o darle a los que gritan la cabeza del entrenador? Estamos ante el primer toro con intenciones aviesas que ha de lidiar el tándem Haro&Catalán. Un toro astifino y de embestida incierta, ya que resulta difícil de entender cómo los números no avalan su labor en el banquillo bético. ¿No sería más conveniente darle un plantel con laterales y con gol, aunque sólo sea con un poquito de gol?
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