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la ciudad y los días

Carlos Colón

El corazón catalán de Paco Morán

SÓLO los suyos tienen derecho a llorar a sus muertos", escribió Pasolini. Sólo Madrid y Barcelona tendrían por ello derecho a llorar al cómico y al actor Paco Morán. Era cordobés, de Almodóvar del Río. Pero se hizo actor en Madrid durante los muchos años que trabajó en sus escenarios y sobre todo en los dramáticos de Radio Nacional y de Televisión Española, a cuyos cuadros de actores perteneció. La televisión nos hizo familiar su rostro y su voz. De vez en cuando aparecía por su Andalucía natal en las giras de las compañías en las que trabajó. Pero su vida y su trabajo estaban en Madrid. Y su corazón en Barcelona, la ciudad en la que era más él, en la que tenía sus mejores amigos -sobre todo el rey de la noche Paquito Pamiès, el último rey del Paralelo Jaume Albó y el actor Joan Pera-, en la que obtuvo sus mayores éxitos escénicos y en la que vivió felizmente en el clima de libertad que hasta en los años más oscuros allí se respiraba.

Una Barcelona que, como Paco Morán, también ha muerto. La del Arnau, el Teatro Español, el Talía, el Victoria, el Nou, el Condal, el Cómico, el teatro-circo Olympia, el Pompeia, la Sala Apolo, el Bataclán, el Tropezón o el Molino, todos conviviendo en el gran Paralelo de Luis Cuenca, Quique Camoiras, Mary Santpere, Carmen del Lirio, Rina Celi y su orquesta, Paco Martínez Soria, Rudy Ventura, Alady, Víctor Díaz, Escamillo y Johnson, la Bella Dorita, Mary Mont, Gardenia Pulido o La Maña; en el que Molière o Neil Simon (ambos interpretados con éxito por Paco Morán junto a su amigo y cómplice escénico Joan Pera, heredero de Miguel Ángel Valdivieso, tras su fallecimiento, en el doblaje de Woody Allen) convivían con Santiago Moncada (su Violines y trompetas fue el mayor éxito de Paco Morán, actuando junto a Fernando Guillén), la comedia musical y la revista; y éstas con los cafés y las salas de baile. El fabuloso Paralelo creado antes de la Guerra Civil por los empresarios Guillem Juncà i Padró, los hermanos Soriano, Suñer Sucararts y el gran Manuel Sugrañes i Albert -el empresario que, junto al madrileño José Juan Cadenas, trajo a España la revista moderna al lujoso estilo de Ziegfield- y después de ella mantuvieron vivo contra viento censor y marea puritana los Joaquín Gasa o Matías Colsada.

Barcelona era Barcelona. Paco Morán la amó y fue amado por ella. La Generalitat le concedió la máxima distinción catalana, la Cruz de Sant Jordi, que no pudo recoger en abril a causa de su enfermedad y Artur Mas tuvo la deferencia de entregarle en una audiencia privada hace dos semanas. La Vanguardia lo ha despedido titulando su obituario: "Paco Morán, cordobés de corazón catalán". No mentía.

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