La cultura no da votos

Lo que pasa en el sur importa bastante poco en este país absolutamente centralista

La destitución de un día para otro del director del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo con sede en el Monasterio de la Cartuja de Sevilla es un paso más tras la del director del Centro Andaluz de la Fotografía con sede en Almería, de la directora del Centro Andaluz del Libro con sede en Málaga y el del director del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía con sede en Córdoba. Aunque son puestos designados, lo que permite los cambios decididos por el gobierno autonómico, las personas que ejercían esos cargos habían sido seleccionadas por concurso de méritos, según acuerdo tácito en toda España para seguir un código de buenas prácticas en la selección de los altos cargos del sector cultural, específicamente en museos y centros de arte públicos. Los distintos ámbitos artísticos de actividad de los centros y su localización en diferentes capitales andaluzas no dejan margen a especulaciones de localismos o rivalidades entre las capitales andaluzas. Parece muy claro que son criterios generales y maneras de ejercer el poder político en las instituciones autonómicas andaluzas, que tantos esfuerzos y recursos ha costado que alcancen un lugar en el panorama artístico español. Porque lo que pasa por aquí, por el sur, importa bastante poco en este país absolutamente centralista en cuestiones culturales, créanme, se de lo que hablo. Y si se ha conseguido algo de credibilidad nacional en los distintos centros es por el empeño y el prestigio profesional de las personas que han ejercido la responsabilidad de la gestión.

Tras el cese del director y el nombramiento de una nueva directora, los miembros de la Comisión Técnica del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, integrada por profesionales andaluces de primer nivel y amplia experiencia, han dimitido. Es una vieja técnica del poder desde los tiempos de Maquiavelo. Si quieres que se vaya alguien que resulta incómodo en el puesto que tiene, oblígale a aceptar una situación en la que quede claramente desautorizado. Si traga, pues ya ha quedado claro que es un mindundi ante todo el personal propio y extraño y si dimite en un gesto de dignidad, el gobernante ya ha conseguido lo que pretendía, que te fueras y sin siquiera tener que echarte.

Podemos decir que en estos casos mencionados no desmontan las instituciones mismas, faltaría más, aunque está por ver, porque ya lo hemos vivido antes en nuestra tierra con la total desaparición hace años del Centro Andaluz de Teatro, tras una larguísima agonía y sin siquiera entierro y duelo. En estos días están luchando con todas sus fuerzas en Málaga un grupo significativo de profesionales de las artes escénicas por la creación de un Centro Andaluz de Creación Escénica Contemporánea a localizar en el antiguo Convento de la Trinidad. Ya veremos. A la vista de los sucesos en las instituciones culturales de Andalucía, recuerdo lo que me dijo en una ocasión un experimentado dirigente político andaluz: desengáñate, la cultura no da votos ni tampoco los quita.

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