Hizo un alto en su calvario y compareció mayestático, en carne mortal, en el sitio donde dio su último lance. En el teatro que lleva el nombre de su santuario particular dio Curro Romero su último lance una noche de duendes flamencos y a él volvía para recibir el honor que tanto tardó en confirmarse. Curro Romero es hijo predilecto de Andalucía desde que dictó poemas en el aire con un novillo de Benítez Cubero que atendía por Radiador y de eso se cumplirán sesentaitrés años en mayo, pero fue antier cuando se oficializó. Caminando con los ojos de la cara, luchando contra esa convalecencia que tanto le está haciendo sufrir, lo hizo con su empaque habitual, como ejecutaba el rito del paseo en el albero, despacio y con la figura naturalmente compuesta, sin forzarla. No podía faltar y no faltó para recibir el reconocimiento que tanto se hizo esperar.
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