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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El derecho a hacer el indio

Los textos de las felicitaciones de los políticos son un monumento a la estulticia que quizás reflejan muy bien la sociedad de hoy Objetores de ciertas felicitaciones navideñas

Si oye 'felices fiestas' puede ser una referencia a la fiestas de la patrona del pueblo, la tomatina o la de los moros y cristianos.

Si oye 'felices fiestas' puede ser una referencia a la fiestas de la patrona del pueblo, la tomatina o la de los moros y cristianos.

Las tonterías que inventan algunos negocios de hostelería para no servir jamón en los canapés recuerdan a las vueltas que dan algunos para no felicitar la Navidad. Unos recovecos que son dignos de una tesina de las antiguas, no de un trabajito de final de carrera de los que ahora se piden a los alumnos de la generación de cristal. Hay gente de buena fe que te felicita las fiestas en general, que ya se sabe que pueden ser las de la patrona del pueblo, las de los moros y cristianos o la nunca bien ponderada tomatina. El laicismo se cuela poco a poco como el absurdo lenguaje inclusivo que, como dice Muñoz Machado, no se usa en la calle, solo es cosa de políticos y de quienes (volvemos a la buena fe)caen en la trampa sin ser conscientes.

El modelo exhortativo es el que algunos llevan peor. El típico enterado que te suelta: “Hazme el favor, sé feliz”. La teoría de la felicidad por narices, basada en la difusión de fotografías de diseño, ha hecho tanto daño como la de la calidad de vida. No lo digo yo, sino esos prestigiosos psiquiatras que los periodistas entrevistamos con cierta frecuencia en las contraportadas. La palma se la llevan los textos de las felicitaciones de los políticos. Los mejores son esos que tratan de buscar una suerte de Navidad inclusiva, que abarque a los creyentes y a los descreídos. ¿De verdad es necesario? Los directamente laicos apuestan por los “valores”, como esas “fiestas de la infancia” que algunos papás organizan para que sus hijos no sientan el vacío de no hacer la primera comunión y, sobre todo y por encima de todo, para que la sociedad de consumo no deje de tener los correspondientes ingresos, que es lo de que se trata. Si el perro no danza, nadie puede pasar el platillo. ¿Me das una moneda? Guau.

Las felicitaciones de la clase política son un monumento a la estulticia. Hay que guardarlas todas, con esas mamarrachadas de ventanas abiertas, el sol o la nieve, el horizonte despejado y esas firmas ininteligibles con las que algunos han creído estar rubricando el Tratado de Tordesillas. No se puede decir que sean inocentes como niños, pero sin duda son muy absurdos. La fiesta de la Navidad conmemora el nacimiento de Jesucristo. O es eso, o no es Navidad. Podrán ser los pájaros en la cabeza de cada uno, los prejuicios del otro, el derecho de cada cual a proyectar una imagen boba, los tormentos heredados del que está al fondo o las fobias del que está más allá. Cada cual tiene derecho a hacer el indio con las plumas que considere oportunas. ¡Faltaría más! Y nosotros a silenciarlos. No faltaba menos. Sean felices. Tururú.

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