Sólo una semana es la vida que le queda a este sorprendente julio y tiene toda la pinta de que va a llegar a la orilla sin que los mercurios lleguen a la cota 40. Es una delicia cómo se vive este verano sin salir de casa, sin la perentoria necesidad de huir hacia la España verde para sortear los rigores del estío. ¿Será verdad que viviremos nuestro primer julio sin necesidad de dormir bajo los milagrosos efectos del hitachi? Cruzando los dedos no vaya a ser que nos columpiemos osamos pensar que así será, que por vez primera en nuestra ya longeva existencia eludiremos julio sin agobios térmicos. Veladas deliciosas como a favor de querencia, o sea en un velador cualquiera y a dos pasos de casa, que como en casa hay que insistir que en ninguna parte. Y como banda sonora de esta amable película, el soniquete de una maleta rodante a manos de un guiri o de una guira. Qué julio.
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