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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El fraile que se adelantó 50 años a la línea 024

Fray Serafín abrió en 1971 Sevilla el Teléfono de la Esperanza, pionero en salvar vidas con la fuerza de la palabra

El Teléfono de la Esperanza

El Teléfono de la Esperanza

Está muy bien que el Gobierno haya promovido el teléfono 024 de lucha contra el suicidio. El diputado Errejón abrió el debate en el Congreso. Al César lo que es del César. Si Vox ha abierto debates, el correoso portavoz de Más País también lo ha hecho. Cada día once personas se quitan la vida en España.Doscientas lo intentan, pero no lo consiguen. Las estadísticas justifican sobradamente que la salud mental merezca la atención de las administraciones públicas. El tabú se ha roto por fin. Por fortuna a nadie se le ha ocurrido ideologizar esta lucha. Este verano hemos leído y oído mucha información sobre el nuevo teléfono, atendido por expertos que saben reaccionar ante situaciones de emergencia. Al 024 llaman quienes han perdido la ilusión por vivir. Son personas que no es que quieran quitarse la vida, lo que quieren es dejar de sufrir. Y ahí está el riesgo de tragedia. Una atención adecuada, específica y terapéuticamente contundente puede hacer mucho bien.

En una sociedad marcada por la alta velocidad, la ansiedad perpetua y el estrés, se hace necesario que el Estado ponga de su parte. Y es justo recordar que el 024 tiene un precedente: el Teléfono de la Esperanza. Se trata de un servicio fundado en Sevilla por un religioso, Fray Serafín Madrid, de la Orden de San Juan de Dios. Estaba en contacto diario con pacientes, apreció las posibilidades que le ofrecía la llegada del teléfono a todos los hogares y quiso aprovechar esa oportunidad para fundar una línea como medio rápido y eficaz de intervención en caso de conflictos psicosociales graves. El Teléfono de la Esperanza está atendido desde entonces por equipos de profesionales y de voluntarios que han recibido la formación específica. El éxito fue rotundo. Hoy en día cuenta con 29 centros en España y tiene convenios de colaboración con asociaciones afines en nueve países de América y Europa, además de pertenecer a la Federación Internacional de Teléfonos de Emergencias. La fuerza de la voluntad, el coraje y la filantropía de fray Serafín hicieron posible un servicio eficaz cincuenta años antes de la inauguración del 024.

El religioso murió a los pocos meses de fundar el Teléfono de la Esperanza en un accidente de tráfico cuando viajaba hacia Málaga. Hoy es recordado en la Gran Plaza con un monumento esculpido por Luis Álvarez Duarte, muy cerca del hospital de la orden en la que sirvió. Es justo recordar que aquella iniciativa privada cubrió una necesidad vital cinco décadas antes de que lo hiciera la pública. Todo suma. Jamás es tarde para salvar más y más vidas y devolver al desesperado la ilusión por la existencia.

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