Vaya si se ha hecho esperar, pero al fin ha llegado. Tres semanas después de que entrase el invierno de forma oficial ha aparecido el frío, ese fiel ingrediente de la estación. En el invierno más antinatural que hemos vivido, su majestad el frío ha llegado en el corazón de la cuesta. Y lo cierto es que ya echábamos de menos ese fresco en la cara y el uso justificado de la bufanda y los guantes. Si ya apareció, igualmente tarde, la lluvia, el frío era lo único que le faltaba a este guiso de la estación invernal. Se justifican ya esos castañeros que apenas se comprendían con sus mangas cortas y una humareda que se unía al calor reinante para un efecto invernadero bastante desagradable. Cada cosa a su tiempo, los nabos en Adviento, bienvenido el frío y bienvenido que sea el olor a naftalina de las prendas que lo combaten. Se echaba mucho de menos, pero todo o casi todo llega en esta vida.