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EL fútbol se ha sentido agredido por el pacto que el PSOE y los grupos parlamentarios de IU y BN gallego han alcanzado para que los futbolistas extranjeros con ingresos superiores a los 600.000 euros anuales tributen a un tipo impositivo del 43% (el régimen general del IRPF), como cualquier español con esa remuneración. Ya se habla de huelga.

El asunto merece algunos comentarios. Primero, la norma que permite a los jugadores tributar el 24% en vez del 43% se puso en marcha años atrás con el objetivo declarado de facilitar la "importación" de científicos y ejecutivos, que serían beneficiarios de un mejor tratamiento fiscal. Después ha ocurrido que en vez de atraer inteligencia ha atraído músculo. Bueno para el espectáculo, malo para el progreso de la nación.

Segundo, la enmienda pactada no se aplicará en ningún caso a los deportistas con contrato en vigor (los Cristiano, Messi, Agüero y demás), sino a los que sean contratados a partir del 1 de enero próximo. Por tanto, no elimina los privilegios ya existentes, sólo impide los privilegios futuros, restituyendo el principio de igualdad y equidad fiscal que está siendo vulnerado sistemáticamente. Los que amenazan con enfrentarse a la decisión del Congreso de los Diputados quizás no sean conscientes del ridículo social que harían.

Tercero, hay que hablar con propiedad. La Liga de Fútbol Profesional, que representa los intereses de los equipos de fútbol, no puede convocar una huelga en ningún caso. Las huelgas las convocan los trabajadores; los empresarios lo que pueden hacer es un cierre patronal. En este caso, sería organizar un plante, o sea, negarse a celebrar los partidos un domingo, o dos, o catorce, obligando a sus asalariados a no jugar. Lo que es lo mismo: forzar a sus futbolistas nacionales a colgar las botas para protestar por que el Estado trate de cobrar a sus compañeros extranjeros los mismos impuestos que ellos pagan. Curioso.

El gran argumento de la patronal futbolera es que, como son los clubes los que se hacen cargo de los impuestos de las superestrellas del balón, la subida que se pretende encarecería notablemente el producto y perjudicaría al fútbol español, haciendo inaccesibles los fichajes de los jugadores que más elevan su nivel profesional y mediático (bueno, el magnífico nivel del fútbol español lo dio más bien la selección nacional al proclamarse campeona de Europa, y sin extranjeros, claro). Pero éste es un problema general de la economía española. Se ve que también el fútbol ha estado viviendo por encima de sus posibilidades.

Como cualquier empresa, si aumentan los costes de producción o suben los impuestos, los clubes tienen que adaptarse a la nueva situación y no querer comprar lo que no pueden comprar.

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