Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Hay también una ‘vía extremeña’?
EXTREMADURA pasa hoy el ecuador de su campaña electoral y, salvando las distancias, la situación política está tomando un cariz que en los movimientos de fondo recuerda mucho a lo que ocurrió en Andalucía en las autonómicas de 2022.
No sólo es que la presidenta del PP y candidata a la reelección tenga una situación de ventaja en los sondeos que la señalan como la única capaz de formar Gobierno. Ni siquiera que llegase al cargo sin ganar las elecciones y gracias al respaldo de Vox (aunque Moreno en 2019 no necesitó incluirlo en su Consejo de Gobierno). Ni tampoco que el PSOE es el que más alienta el crecimiento de Vox. Es que a eso añadan un candidato socialista pendiente de ser juzgado por el supuesto enchufe al hermano de Pedro Sánchez en la Diputación de Badajoz... Suicida.
Con esos paralelismos y hechos diferenciales, en Extremadura puede darse un escenario político similar al que aupó a Juanma Moreno a la mayoría absoluta.
La duda es si realmente existe una vía extremeña, una manera de convencer al electorado progresista y moderado –y asqueado por la mugre que hoy por hoy rodea al PSOE que encarna el sanchismo– de que la mejor manera de frenar a la ultraderecha cuando la izquierda no tiene opciones de gobernar es hacer fuerte a la derecha moderada: es lo que pasó en Andalucía y lo que fue incapaz de ejecutar Alberto Núñez Feijóo en las elecciones generales de un año más tarde, con la torpe cooperación necesaria de un Carlos Mazón y de la propia María Guardiola, al desdecirse y pactar con Vox.
Si los extremeños también huyen de los extremos y optan por un respaldo nítido y fuerte al PP, lo que se abrirá es la senda correcta por la que Feijóo debería estar caminando hace mucho tiempo: una propuesta propositiva que supere al sanchismo y, lo que es más grave, sus consecuencias para la vida institucional. Una regeneración que evite repetir lo que Pedro Sánchez permite hacer a su sucesor con su indigno comportamiento. Porque nunca se trató de hacer caer a Sánchez, que ya él y su cuadrilla se encargan de evidenciar que cuanto más se aferre al poder peor será para el PSOE. España no necesita más exabruptos, sino propuestas claras para pasar página de este periodo de engaños y ponzoña. Y si ocurre, también reforzaría la vía andaluza –una estrategia con evidente éxito– si no hay antes generales, independientemente de si sobrevive o no María Jesús Montero como candidata, igual de cercada por su entorno corrupto que su jefe y mentor.
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