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Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El jarrón chino

No es justo que se le conceda la gracia a quienes no se arrepienten de lo que hicieron

El paso del tiempo hace estragos. Se da el caso de que quienes fueron fervientes defensores del PSOE o se beneficiaron de ello son ahora furibundos críticos de quienes lo lideraron. En el lado opuesto, aquellos que atacaron con saña a los dirigentes socialistas se rompen las manos a aplaudir cuando Felipe González y Alfonso Guerra salen a criticar al Gobierno. Los del "¡Váyase, señor González!" y "mihenmano" son ahora más felipistas y más guerristas que nadie, los defienden como, según dicen, socialistas auténticos frente a quienes se alían con bolivarianos, separatistas y filoetarras. El signo de los tiempos. A mí me pasaba que no soportaba a ninguno de los dos cuando gobernaban, rechacé su giro con la OTAN, su actuación con el GAL y con Filesa, el clientelismo con el que dirigieron España ellos y quienes se beneficiaron. Cuando dejaron el poder empecé a prestar atención a sus palabras y no a sus hechos. Algunas de las cosas que dicen me parecen cargadas de razón y otras un disparate, pero como antes no los puse en un pedestal ahora no les tengo admiración. Para su propia desgracia se han convertido en los líderes espirituales de la derecha española, sin restarle valor a ciertas opiniones sería de aplicación la frase de Pablo Iglesias, el fundador de su partido: "Algo debes estar haciendo mal, viejo Pablo, cuando te aplaude la reacción". Ya dijo el propio Felipe que los ex presidentes son como un jarrón chino, que nadie sabe dónde ponerlos para que no se rompan. En el fondo hay una reacción generacional: como se ven mayores, no mandan (con lo que fueron) y no les consultan en su partido, son incapaces de resistir la expresión de opiniones contrarias a los suyos, por mucho sentido que puedan tener. Algunos de los integrantes de esa misma generación, como Manuel Chaves, prefieren el silencio. Otros, como Luis Pizarro o Rafael Román, conspiran vía telefónica desde Alcalá de los Gazules o el Terraza, en tierras gaditanas, cada uno en diferentes advocaciones de Pedro Sánchez, pero sin interferir en público con lo que hace su partido, por mucho que enreden en privado, como han hecho toda la vida. Es una actitud mucho más digna y leal para con el PSOE y con sus ideas. Dicho todo lo anterior, estoy completamente de acuerdo con lo expresado por Felipe González y Alfonso Guerra sobre la pretensión del Gobierno de conceder el indulto a los condenados por sedición y malversación en el juicio del proceso independentista catalán. No servirá para nada, además no es justo que se le conceda la gracia a quienes no se arrepienten de lo que hicieron mientras anuncian que repetirán las fechorías que tanto dolor ha traído a los catalanes e inquietud a los españoles.

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