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El lado bueno

La dignidad pertenece a los valientes, a los que dan un paso adelante y dicen, sin temor: "Es esto en lo que creo"

Hace unos días volví a Adivina quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967) con la sospecha de que su argumento se habría quedado antiguo y a los ojos del presente alguno de sus diálogos provocaría el sonrojo, que lo avanzado en estas décadas habría cubierto de una pátina de ingenuidad las situaciones que planteaba ese filme. Pero no fue así: es lo que ocurre con los personajes bien escritos -obra del guionista William Rose, que ganó el Oscar por la película, como Katharine Hepburn-, que resultan verosímiles en sus contradicciones, sus desvelos, sus preguntas. La historia de ese matrimonio progresista -la Hepburn y Spencer Tracy, ella propietaria de una galería de arte, él editor de un periódico- que ha educado a su hija (Katharine Houghton) en la convicción de la igualdad entre razas, y que ve resquebrajarse sus creencias cuando ella aparece con un prometido afroamericano (Sidney Poitier) nos sigue emocionando. La repentina, inesperada, cerrazón del padre a ese casamiento tiene su sentido: surge del temor, ciertamente comprensible, a que esos muchachos inocentes sufran los prejuicios, el desprecio de una sociedad que se resiste a una alteración del orden que conocía. Son las madres de los novios -una excepcional Beah Richards acompaña a la Hepburn- las que contemplan el futuro y defienden que ese amor siga adelante. No hay que bajar la cabeza ante el racismo, sostienen, eso sería perpetuarlo; hay que plantar cara a la injusticia y combatirlo.

El bueno de Tracy moriría unos días después de terminar aquel rodaje, y se despidió con un sentido discurso -disipadas ya las dudas de su personaje- en el que brindaba, qué final tan hermoso, algo de esperanza para el hombre. Cuando grabó esa escena, lo que parecía tan sólo un gesto de sentido común podía ser visto como una rebelión contra el sistema: el matrimonio interracial aún era ilegal -dejaría de serlo ese mismo año- en 17 estados de su país. Viendo la encendida alocución de ese tipo que cree en la justicia uno piensa, conmocionado -ahí es donde el largometraje revela su absoluta vigencia-, que la dignidad pertenece a los valientes, a los que dan un paso adelante y dicen, sin temor a las consecuencias: "Es esto en lo que creo. Por esto pongo mi mano en el fuego".

Escribo este artículo sin tener muy claro el título con el que finalmente distribuyeron la película en España, si como Adivina quién viene esta noche, el nombre que me sugiere Filmin,o Adivina quién viene a cenar esta noche, como mi memoria la recordaba. Pero sí me queda clara la certeza de su mensaje: que debemos ser fieles a nuestros principios, defender lo correcto, colocarnos en el bando de los humanistas, en el lado bueno de la Historia. Porque el futuro nos mira.

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