La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los macacos de Tussam

Los monitores de los buses fomentan el pensamiento crítico con información sobre los monos japoneses

Los gobiernos siempre quieren controlar la información, generar debates interesados que sirvan de cortinas de humo, inducirnos a reflexionar sobre unos asuntos y olvidemos otros. Y, todavía mejor, que no pensemos en nada si es posible. Para cumplir estos objetivos sirven los Ivanes Redondos y los Arriolas de turno, los consejos de administración de los medios de comunicación públicos y las presiones ejercidas por diferentes cauces a los privados. En Sevilla hay una vía de distracción letal, una poderosa herramienta que se lleva de calle a los ciudadanos, que sirve para potenciar el pensamiento crítico y evitar el síndrome de la conocida como pereza mental. Por las que hilan. Ay, Juan Espadas, que te hemos descubierto el pastel. El alcalde nos tiene absortos con los monitores de los autobuses, nos cuela por ahí todo tipo de mensajes. Se monta usted en el tranvía a primera hora, por ejemplo, y ya están los monitores difundiendo información de actualidad. ¿Los retos de la Sevilla de los próximos veinte años? ¿El debate de los túneles de la SE-40? ¿Los presupuestos del Estado y de la Junta en clave local? ¿Las medidas para conciliar los VTC con el taxi? ¿El plan para mejorar la limpieza y dejar los contenedores sin churretones? Negativo. El último día se proyectaron en las pantallas unos utilísimos mensajes sobre la vida de los macacos de Nagano, los monos japoneses que toman baños de aguas termales rodeados de nieve en pleno invierno. Se para el convoy en el Archivo de Indias y, mientras atiende el requerimiento del revisor, usted va cómodamente leyendo información que le será clave para su jornada laboral: "Todos los inviernos los macacos japoneses toman baños calientes". Y se proyectan varias fotos de los simpáticos macacos mientras se suceden nuevos mensajes sobre la vida de estos animales. En el fondo se queda uno pensando si los sevillanos no somos algo macacos, capaces de aguantar con simpatía lo que en otros sitios no tardaría en provocar sonadas protestas a los diez minutos. El macaco japonés es feliz en el agua caliente en un medio ambiente gélido como parece que lo somos nosotros caminando bajo el sol que nos atosiga seis meses al año. El convento de San Agustín, Altadis, la Gavidia... La SE-40, el IVA que el Estado no devuelve y los árboles que perdimos... La invasión del turismo, la desaparición del comercio tradicional, el derribo del caserío histórico... Los monitores no dicen nada de los asuntos trascendentales para la ciudad. Los macacos nos agarramos en los frenazos mientras los otros monos se pegan sus cálidos baños. Deseando estamos algunos (macacos) de que pongan los consejos para elaborar la mayonesa. Ya lo dice Tussam: hay que dejarse llevar. Para qué pensar tanto. De macaco se vive mejor.

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