La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El error de Tellado
Con la venia
La importancia de tener un buen candidato es fundamental para cualquier partido. Lo entendieron en su momento los andalucistas cuando pusieron a Pedro Pacheco, en 1986 lo hizo Izquierda Unida cuando colocó a Julio Anguita, que había arrasado en Córdoba. Luego copió la jugada Teófila Martínez, que ganaba en Cádiz con amplias mayorías, no pudo ganar en Andalucía aunque tuvo excelentes resultados. El PSOE nunca necesitó tirar de alcaldes porque los candidatos eran los presidentes que se sucedían como si en una monarquía viviéramos hasta tropezar hace dos años. El PP de Arenas sacó un resultado excelente pero, como dijo Susana Díaz, gana quien gobierna y el Niño Arenas se fue a la Venta del Nabo. El PP puso como candidato en las últimas elecciones andaluzas a un oscuro secretario de Estado amparado bajo el manto de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Todo hacía presagiar que se estrellaría ante el arrojo de la Reina de las Marismas, la candidata trianera, cofrade, rociera, bética, resumen de todos los tópicos andaluces, que había perdido unas primarias frente a Pedro Sánchez, convertida en todo un personaje de la política nacional. Ahora en el PSOE se debaten entre la doble perdedora del Tardón y el alcalde de Sevilla. Los socialistas han sido constantes, siempre algún sevillano de origen o adopción para encabezar listas, en eso el PP han sido originales. El problema es que Susana tiene el perfil de Díaz Ayuso como la mujer que no ha hecho otra cosa en su vida que vivir de la política y escalar a base de medrar en el partido, con el estigma de la derrota, sin el romanticismo de quien deja el cargo cuando pierde como hizo Felipe González o Joaquín Almunia. Ayer fue el Día de la Madre, días pasados a Susana le dio por hacerse fotos junto a uno de sus niños en un campo de fútbol, un alarde de normalidad, como si fuera una madre cualquiera un día como otro. Ha debido captar a la estrella ascendente de la política española, Mónica García, que recuerda a cada momento que es madre de tres críos. Dijo George Lakoff que el Partido Republicano es el padre (fuerte, severo) y el Partido Demócrata la madre (atento, cariñoso, ocupado de nuestras necesidades) así que ser madre importa, vaya si importa, en un momento en el que los cuidados se han convertido en una necesidad social. Me malicio que por mucho que lo intente Susana Díaz no es Mónica García ni va a colar su papel de madre. Igual Teresa Rodríguez, madre joven y reciente dos veces, sí podría reflejar esa parte de su vida. Tampoco creo que cuele Espadas como el alcalde brillante y exitoso, por mucho que se empeñen Adriana Lastra y José Luis Ábalos. Incierto se presenta el reinado de Wititza.
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