Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Morante de la Puebla se ha retirado de acuerdo con el canon: después de cortar dos orejas y por la puerta grande, ¿lo habría hecho de no concurrir tan buena fortuna en las Ventas? El diestro cigarrero se marcha de los ruedos envuelto en ese misterio tan propio de los protagonistas de las leyendas, como el que escribe un guion pensado para que un Chaves Nogales lo eleve a clásico de la literatura, a biopic de cine o a un corrido de Joaquín Sabina.
Morante es un hombre que sufre, diagnosticado de trastorno disociativo desde joven, también ha padecido episodios de depresión mayor, esa enfermedad que deja a las personas vacías de voluntad para rellenarlas de una angustia tan poderosa que, como él mismo ha confesado, le ha llevado a pensar en la muerte como único alivio. Porque eso es lo peor de las enfermedades mentales, no los desvaríos, la temeridad, las confusiones o, si se desean, las locuras, sino el sufrimiento. Y si hay algo contraproducente para un paciente así, es una vida tan llena de estresores como la de un torero que se enfrenta cada tarde a la muerte en forma de astado.
Morante comenzó su última faena, haciendo historia, ora al estilo del Gallo, después al de Antoñete, pero el de Garcigrande lo revoleó y allí se quedó tirado de espaldas en la arena, conmocionado, aturdido, mirando al cielo de Madrid como el que se pregunta “dónde estoy yo ahora”. En otras circunstancias, el torero se hubiera dado la vuelta y se habría protegido la cabeza y el cuello con los brazos, pero Morante se quedó al pairo de que su cuadrilla o el toro lo llevasen a desenlace. Por fortuna fueron los suyos.
Morante se retira después de una temporada en la que ha sufrido mucho, parece que la querencia por la vida y el destino de la leyenda se han aliado de modo virtuoso, se va triunfante, vivo, con algunos años aún por delante para disfrutar y meditar si volver al ruedo. Su decisión se antoja repentina pero es sabia, aunque nos deje a la espera de que algún otro nos haga recuperar otros argumentos para seguir defendiendo la Fiesta.
Después de que en la Feria de Abril de 2023 cortase el rabo, el diestro de la Puebla se sumergió otra vez en esa pena negra que, en su caso, poco tiene que ver con los triunfos y los fracasos, que descanse en paz, pero vivo.
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